Capítulo sesenta y uno: Enfrentamiento entre los rivales.
Corrí detrás de él, uno de sus pasos equivalen a dos de los míos. Un guardia dentro de la casa iba a detenerlo, y Austin chocó contra él a propósito; hombro contra hombro, causando que la propia fuerza de su cuerpo derribara al guardia que cayó de culo. Cerré la puerta detrás de mí cuando me fijé que los guardias que estaban anteriormente peleando con mi esposo nos estaban siguiendo. Trabé las manijas con una vara para leña de la chimenea.
Me planté frente al guardia que Austin había derribado, el cual seguía en el suelo; estaba consciente (por los momentos).
Con un jarrón metálico en las manos, lo miré a los ojos.
―Lo siento.
Cerré los ojos mientras le plantaba el jarrón por la cabeza.
Si Austin iba hacer una estupidez y yo no podía detenerlo, ya que esta no era una película y por más que le dijera: “Austin, mírame”, él no me iba a mirar; lo mejor que podía hacer es encubrir a mi esposo mientras hacía sus fechorías.
Fui al lado contrario de donde se dirigía mi esposo, tomé