De vuelta al carro con Sam y Chris, una oleada de emociones me embargan. Incertidumbre, ansiedad, desilusión, confusión; y miedo, tal vez.
todo va tan rápido, justamente como quise desde un principio, aunque ahora me provoca un maldito vértigo de no acabar que empiezo cuando lo veo y termina en cada jodido drama que surge.
─ ¿Tiene hijos?
─No que yo sepa ─le contesto a mi hermano en lo que conduce.
─No me cae bien ─informa.
─ ¡Qué novedad! ─resopla Sam desde la parte trasera del auto. Añade ─, para nadie es un secreto que no soportas a nadie.
─En especial a ti ─viborea Chris.
─El sentimiento es mutuo ─rebate Sam.
Quedo en medio de la situación procesando mis siguientes palabras, y la discordia entre este par que no comprendo.
Es que me confunden…
─A ver ─los interrumpo ─. Parecen niños.
─ ¿En serio lo dices tu? ─hablan al unísono.
─ ¿Los dos en mi contra? ─finjo indignación ─. De no ser porque quiero llevar la fiesta en paz les diría unas cuantas verdades.