Capítulo 12

Tristán se volvió directo a la pensión dispuesto a seguir las instrucciones del jefe. A fin de cuentas ya no tenía ninguna razón para continuar en Cuñera. No había logrado nada, no había descubierto el porqué los fantasmas parecían dirigirle a aquel lugar. Todo había sido una tontería, una jugada más de su cabeza trastornada.

Se quitó la ropa sucia y la metió en una bolsa de plástico, ya no necesitaría que se la lavara la señora Carmen, al día siguiente cogería ese autobús de vuelta a casa.

Después de ducharse se recostó en la cama y cogió la libreta en la que había ido apuntando cada dato que había obtenido del orfanato. Las declaraciones del bibliotecario, de los vecinos, del jefe, del director…

Poco a poco el sueño le fue acogiendo mientras la libreta se resbalaba de

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