Lo veo herido, la sangre brotando entre el obscuro pelaje de ese hueco de bala, esa m*****a bala de plata que me recuerda tanto a nuestro primer encuentro, ese que parecía en su momento una locura, y ahora podría considerarlo el reinicio de mi vida, el punto de inflexión donde toda la verdad salió a la luz y mi existencia dio un giro de ciento ochenta grados. Hombres lobo, eran realidad, mi realidad ahora, y tenía que defenderla, no dejaría que me la arrancaran, no dejaría que me lo arrancaran a ÉL. Pronto volvería a su forma humana y estaría aún más indefenso, no puedo permitirlo.
Sin dudarlo siquiera un instante, y aunque sé que no le va a gustar nada, me interpongo entre ambos, cubriendo su cuerpo con el mío, y me pongo en guardia, impidiendo que pueda acercarse a él.
-No te lo voy a permitir, no voy a dejar que le hagas más daño. Tienes que entender que las cosas son como son ahora, y ya no hay vuelta atrás.
-Hazte a un lado.
-No.
-No quiero hacerte daño, mi lucha es con él.
-Pues ahora también lo es conmigo porque es mi mate, y si quieres llegar a él, tendrás que pasar por encima de mí. Si lo lastimas, me lo harás a mí.
-Jhoana...
-¡No! No me moveré, no me iré, ¡NO TE DEJARÉ HACERLE MÁS DAÑO Y MUCHO MENOS QUE LO MATES!
Sus ojos me miran profundamente, notando que hablo muy en serio y suspira con cansancio, comprendiendo que no importa lo que diga, nada va a cambiar.
-Entonces, supongo que ya no hay otra opción, que así sea...