Me retorcí lentamente, sintiendo un ligero dolor en el cuerpo y una sensación de ardor en la vagina. Abrí los ojos y encontré a Catriel acostada a mi lado, boca abajo, con la cara vuelta hacia mí. El hermoso par de ojos azules estaban abiertos, analizándome.
- Confieso que estoy tratando de acostumbrarme a despertarme contigo a mi lado. Es extraño. - le dije.
- ¡Buenos días a ti también, mi amor! - Sonrió libertinamente, sin moverse.
- ¡Buenos días! - Respondí a su ironía, aún tratando de asimilar el hecho de que no sólo estábamos casados, sino que dormíamos juntos.
Intenté levantarme de la cama, pero Catriel me detuvo:
- Quedate un rato más... Por favor.
- ¿Qué hora es?
- Pronto serán las ocho.
- No solía despertarme temprano. Pero desde hace un tiempo parece que mi cuerpo se ha acostumbrado y hay un reloj biológico dentro de mí.
- Siempre me he levantado temprano. Rara vez me quedo en la cama pasadas las ocho. Pero como nuestra cita de hoy no es hasta la tarde, creo que podemos disf