Abro los ojos. La luz me indica que he dormido más de la cuenta. Me encuentro recostado sobre el suelo con el móvil al lado sintiendo toda la boca seca y la playera oliendo a sudor. Me levanto con cuidado y me percato que son las once de la mañana, no puedo creer que haya dormido tanto. Me estiro haciendo un pequeño ruido.
―¿Quentin? ― Escucho una voz en mi móvil y al levantarlo me percato que la llamada sigue desde hace horas atrás.
Lo tomo.
―¿Diga?― Hablo inseguro.
―Buenos días... ¿cómo te sientes? ― Pregunta Isa con un tono bastante tranquilo.
―Extraño.― Confieso― ¿Es