Capítulo 12

Solo te diré que la conversación se tornó bastante difícil pues el único uso que veían para mí, era de carnada o de un cebo para atraerlos, pero sería estúpido pues si algo me pasaba no iba a poder defender a Gianella. Así que solo opté por decirle lo que quería hacer.

—Déjame ir a mí, conseguiré la información que necesitan y volveré a lo mucho en dos días.

—¿Cómo estás tan seguro de que vas a volver?

 —No te voy a mentir, no estoy seguro de hacerlo, pero tengo qué.

—¿Por qué tienes qué?

—Sí que eres preguntona eh, confía en mí, tengo que volver, hay algo que deseo hacer.

—¡Dime qué es eso que debes hacer! —Dijo con una voz a punto de quebrarse.

—¡Ay Dulcinea! Lamento mucho si mi ígnea determinación dicta la pugna interna que erosiona en una curiosidad apremiante por respuesta alguna, pero la estulticia en este caso será la salvación que necesitas y el amparo de mi sorpresa futura, sé que la premura de mi elección es dura de entender.

—¿Ah? ¿Por qué
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