Te ofrecí como pago.

El hombre vuelve a tomar sentarse y cruza las piernas.

“Me están fastidiando la noche” confiesa molesto

Atanasia, que está de rodillas frente al hombre, alza la mirada y se disculpa.

Aunque sus labios pronunciaban dichas palabras, ella miraba con odio a aquel hombre que ya no estaba interesado en ella.

—Mi amo hoy está de buenas que los dejará ir— responde el chico que se encarga de traducir sus palabras.

Cristian mira con desagrado a Atanasia que aún está inclinada en el suelo.

—Disculpe los inconvenientes— dice arrastrando a Atanasia consigo.

La mirada de aquel hombre la sigue hasta que ella desaparece entre la multitud.

—Joven amo ¿Quiere que le traiga a otra chica?

— Estoy pensando seriamente en hablar español— respondió evadiendo el tema

— ¿Usted? No tiene la necesidad.

— ¿Desde cuándo me puedes dar tu opinión— respondió molesto?

— Lo siento amo, mañana mismo alguien le enseñará.

A pesar de que Atanasia se sentía mareada, su novio no tenía compasión con ella y la arrastraba hacia la salida.

Renata iba detrás de ellos en silencio.

De pronto Anastasia tropieza con sus propios pies y cae al suelo haciendo que su rodilla se lastime.

— ¡Maldición! - expresa su novio con coraje— camina bien.

No hace mucho la actitud de su novio había cambiado. De repente ya no lo reconocía.

—Te gusta este tipo de ambiente ¿Verdad? Te gusta que te traten como una zorra.

La lanzó al auto y le abrió la puerta para que entrara en el asiento de atrás.

—Deja de darle problemas a tu madre y compórtate… ¡Rayos! Si tan solo fueras como Clarisa…

— ¿Por qué me comparas con ella de repente?

— Porque estoy harto de ti— confesó molesto.

Atanasia mira a través del retrovisor la risa burlona de Renata.

—Renata, ¿Tú porque mientes? – preguntó con tristeza— creí que éramos amigas.

— Y lo somos. Por eso fui con Cristian a traerte de ese peligroso lugar.

— Tú estabas ahí conmigo.

— No, yo estaba con Clarisa.

— Mentira.

— ¿Insinúas que tu hermana miente? – respondió Cristian— cómo puede alguien como Clarisa mentir. Aquí la única mentirosa eres tú.

Clarisa era su media hermana. Desde que nació presentó problemas de salud, lo que hizo que su madre se enfocara mucho en ella.

Pronto ella se recuperó gracias a los cuidados extremos de su madre, pero aprovechaba ese tema de su fragilidad para que sintieran pena por ella.

Clarisa era la niña buena, la que nunca rompe un plato. La estudiante eh hija perfecta.

Pronto llegaron a la casa de su madre, quien la esperaba en la sala.

Atanasia camina detrás de Renata y de Cristian.

—Hola mamá— saluda.

Dicho estas palabras, su madre se acercó a ella apresuradamente, levantó sus manos y la golpeó fuertemente la mejilla, provocando que Anastasia cayera al piso.

—Desvergonzada— atacó con rabia.

— ¿Qué hice? – pregunta desde el suelo.

—Tu hermana estaba frágil y te necesitaba, mientras tú te divertías en un lugar de mala muerte.

— En realidad era un lugar muy costoso— interfirió Raquel

— ¿Gastas dinero en ver hombres en lugar de pagar los gastos médicos de tu hermana?

— Yo no soy su banco y mucho menos su nana— grita.

— No me respondas de esa forma— dice su madre, quien se inclina para darles golpes continuos en la cara.

“Alguien, alguien… por favor que alguien me ayude” pensó mientras su madre la golpeaba sin ningún tipo de remordimiento.

Ella miró a su alrededor y todos estaban parados viendo la escena sin mover un músculo.

“Nadie de aquí está de mi lado” se resignó.

— ¿Madre?

Se escucha la voz de Clarisa quien llega a la sala envuelta en una sábana.

Enseguida las personas que no movieron ni un dedo por ella, se voltearon hacia Clarisa un tanto preocupados.

—Clarita, te enfermarás, vuelve a tu recámara— dijo Cristian, quien la rodea con el brazo.

En ese momento llega el padrastro de Atanasia.

— ¿La acabas de maltratar? ¿Cómo se supone que la entregue con esos golpes en la cara? – reclama molesto.

Cristian y Renata se llevan a Clarisa de vuelta a su dormitorio.

—Escucha muy bien Atanasia— dice su madre sentándose en el sofá.

Su padrastro le extiende la mano para ayudarla a ponerse de pie, pero ella lo rechaza.

—No me toques con tus asquerosas manos.

Ella se pone de pie sola y cojea hasta llegar a un asiento.

Cualquiera que viera la escena se sorprendería por la forma en la que Atanasia tomaba todo eso con normalidad.

Ser golpeada bruscamente, no era algo nuevo.

—Tu padre fue a un casino hace una semana…

— Ese hombre no es mi padre.

— Aprende a escuchar— dice su madre furiosa— ¿Hasta cuando dejarás de actuar como un animal salvaje?

— Tranquila, amor, no la regañes.

— Cómo sea. Ya no tendré que soportarte más.

Atanasia presiente que lo que su madre está por decir, no se trata de algo bueno.

—Como bien saber, tu hermana está enferma… tu padre apostó una gran suma de dinero para pagar su deuda hospitalaria, pero algo salió mal y perdió todo.

— Bueno, es mi problema.

— Claro que lo es.

— ¿Qué quieres que haga? ¿Que yo pague esa deuda?

— No, cuando aposté con ese hombre, te ofrecí a ti como pago— respondió su padrastro.

— ¿Qué?- ella frunce el ceño molesta. 

No podía creer lo que su familia acababa de hacer. La habían ofrecido como un animal que se cambia por algo. 

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