CAP.5

Cap. 5

Antes de irse llama a su amigo Álvaro, quien alegremente lo saluda.

"Si diga jefecito!?"— No tiene remedio, piensa Bruno.

"Encontraste algo de lo que te pedí "–dice con voz cansada.

"Amigo lo siento pero esta vez solo tengo lo que te envié, es como si se la hubiera tragado la tierra."

"Ya veo"—Bruno sabía que si Álvaro no encontró nada era todo lo que podía hacer.

Tendría que casarse con Irene por el momento pero no dejaría de buscarla nunca.

Mientras ambos dejaban las cosas en orden para marcharse pasaron los tres días.

Irene ya se había despedido de su madre así que salió a encontrarse con Bruno y el pudo notar que tenía sus ojos un poco hinchados de llorar.

El tomo su maleta y la metió a la cochera, enseguida le abrió la puerta y ella entro, y así comenzaron su nueva vida juntos, un par de desconocidos.

En la mansión Miller.

Después de 3 horas de viaje, se dejo ver una imponente mansión y cuando bajaron del coche, Bruno podía ver la cara de asombro en Irene.

Eso lo hizo pensar en todas las dificultades que debió haber vivido al estar sola y con el estado de su madre.

Se sentía menos culpable por haberla arrastrado asta aquí abusando de su poder, ahora sentía que podía ayudarla un poco.

"Señor Bruno su casa es muy hermosa."—dijo sacándolo de sus pensamientos.

"Ahora también es tu casa. "

"Será difícil acostumbrarme"—Irene hizo un puchero lo cual a Bruno le pareció tierno, se acercó a ella y con su esbelto dedo tomo su barbilla para levantar su mirada.

"Será mejor que lo hagas y pronto, es una orden".—sus ojos gris profundos y los de ella avellanas se miraron intensamente por unos instantes.

Cuando Bruno reacción la soltó de golpe e Irene poco a poco recuperó el aliento pues su toque le había provocado y mucho.

"Entremos".—ella camino rápido para poder seguirle el paso.

La mansión era aun más hermosa por dentro sin duda, pero parecía muy fría y solitaria, mientras Irene admiraba la decoración noto que no había absolutamente ninguna fotografía familiar.

Mañana puedes dar un paseo y conocer mejor el lugar, hoy solo voy a decirte donde esta tu habitación.

"Viviremos solos?"—sin notarlo se sonroja por su pregunta.

"En qué estás pensando eh?"—se burla un poco de ella—"Mi nana la señora Fox viene todos los días para cocinar, pero si prácticamente viviremos solos."

"Ya veo".—ya no quiere continuar con el tema.

Ambos suben las escaleras y Bruno le señala una habitación.

'Esa es tu habitación y está de aquí es la mía, si necesitas algo dímelo, aunque según dijo mi asistente todo está ahí."

Estaban una habitación frente a la otra, así de cerca iban a estar el uno del otro.

"Claro, entiendo, gracias que descanses".—lo despidió mordiéndose el labio.

"Si, también descansa."—dijo sin dejar de mirar sus labios.

Cada uno se fue a su habitación y mientras Bruno se daba una ducha pensaba en esa pequeña mujer frente a su habitación.

Porque me siento así?, que me pasa.? Si yo ya amo a alguien más, no puedo solo olvidarla, no quiero hacerlo.

Tal vez porque Irene también tenía el cabello de ese color, si eso tenía que ser, por eso se sentía de ese modo cuando la tenía cerca.

Cerro los ojos para ya no pensar.

Mientras tanto en la habitación de en frente la chica yacía sobre la cama mirando al techo

la decoración era distinta a la del resto de la casa, las paredes eran color rosa y blanco, se sentía menos frío aquí e Irene lo agradeció.

Cuando ella se estaba bañando también pensaba en lo que sentia cuando estaba cerca del hombre, era extraño, nunca antes había experimentado esas sensaciones.

"Seguro es porque es muy guapo, si, debe ser eso."—trato de convencerse.

No quería ilusionarse pues ella sabía que solo estaría aquí por dos años, después de eso todo esto sería historia.

Cuando Irene salió de la ducha se dio cuenta de que toda su ropa de dormir era demasiado reveladora.

"Pero que es esto, como se supone que use está ropa tan pequeña, y el espera que la use?"—al pensar en eso se puso roja como tomate.

"Seguro tendré que usarla frente a el si asta tendré a su bebé, que más da."—

Eligió lo menos descarado que fue un conjunto de tres piezas que eran un short que apenas tapa su trasero una blusa de tiras y una bata, claro que la bata no se la puso pues solo estaba ella ahí.

Mientras estaba desempacando se encontró con una vieja caja de madera que era donde su madre guardaba sus joyas, cuando las tenía.

La saco para verla, le traía buenos recuerdos, cuando la abrió se sorprendió al ver la caja negra aterciopelada que estaba ahí dentro.

"Que?, Mi madre no se deshizo de esto"—con cuidado la saco y la abrió para confirmar su sospecha, porque seguía eso ahí, con la crisis su madre vendió todas las joyas pero porque este no!?

Dentro estaba ese brazalete de oro que representaba la promesa que aquel joven le había hecho cuando ella apenas tenía 12.

Flashback.

"Hola bonita".—un joven bien vestido y muy guapo se le acercó.

"Como te atreves a llamarme bonita, quieres morir.?"—dijo la pelirroja llena de energía.

"Quieres casarte conmigo?"—dijo muy seriamente

La chica solo lo miro con ojos muy abiertos mientras pensaba que era un desvergonzado.

"Se que aun eres joven pero esperaré, y tú también espérame, vendré por ti bonita."—dijo el joven tomando su mano para darle la caja negra aterciopelada como su promesa.

La chica sintió mariposas en el estómago cuando el le tomo su mano y antes de que es subiera a su coche le dijo.

"Sofía" –y el joven la miró confundido,

"Me llamo Sofía, no olvides tu promesa y ven por mi, te esperaré."

El chico le regaló una bella sonrisa y se fue en ese coche que nunca volvió a ver.

Fin del flashback.

Irene suspiro tras ese lindo e inocente recuerdo…fue por eso que nunca tuvo un novio, mantuvo su palabra y espero.

Pero luego su padre fue asesinado dejando todo un desorden en su vida, todo lo que tenían apenas cubrió la deuda que les dejo y su tio político solo les ayudo a esconderse en ese pueblo y en ese pequeño departamento que compartiría con su madre, solo que poco después enfermo y quedó en coma, quedando solo ella.

Si tío borro todo rastro de que ella hubiera existido y nadie nunca volvió a escuchar su nombre alguien incluso comenzó el rumor de que el mismo tío las había matado para no tener que mantenerlas.

Ahora ella era Irene Foster, nadie por más que buscará sabría que antes su nombre era Sofía Scott, hija de Fausto Scott CEO de Diseños Scott.

Adopto el apellido de la familia de su madre pero los nombres de ambas fueros cambiados y borrados de todo lugar.

"Perdón por no poder seguir esperando"–dijo Irene con nostalgia a el brazalete y lo volvió a guardar.

Ahora que era una adulta, sabía que aquel joven le hablo con el corazón y ella sentía que si la había buscado, algo dentro de ella se lo decía.

Pero ahora no podía darse el lujo de vivir de aquella ilusión, su madre estaba enferma y ella ya no podía sola con todo ese peso.

Ni siquiera pudo terminar la universidad porque tuvo que comenzar a trabajar enseguida de que ella llegara al pueblo.

No supo en qué momento se quedó dormida pensando en todo aquello que tuvo que soportar sola.

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