Sus brazos me envuelven, manteniéndome firme mientras él me penetra a una profundidad imposible. Todas y cada una de las veces era igual y, sin embargo, su tamaño siempre me sorprendía.
Dane vuelve a penetrarme y yo suelto un gemido bajo mientras él sonríe, disfrutando de mis gemidos.
Cuando vuelve a empujar, me abalanzo sobre él y me mira fijamente. Una sonrisa perversa se dibuja en sus labios.
"¿Quieres jugar a ese juego?". Me mira.
Asiento con la cabeza.
"Siempre sales perdiendo".
"Pruébalo". Murmuro y empiezo a montarme sobre él. Sabía que era imposible ganarle. Él conocía todos los métodos para llevarme al orgasmo y no me importaba.
"Nada me hace más feliz que verte llegar al orgasmo por mí, una y otra vez". No empuja
mientras cabalgo su polla. En cambio, me provocaba con la lengua y los dientes. Me muerde el lóbulo de la oreja, me chupa el pezón. Incluso me muerde el labio, pero me resisto a hacer ruido y me abalanzo sobre su polla una y otra vez.
Él gruñe y su agarre se