ANNE
Han pasado muchos años desde ese evento trágico en nuestras vidas. Intento despabilarme y concentrarme en el hombre joven frente a mí. Mis dedos temblaban cuando terminé de acomodar la pajarita a Oliver. No quise levantar la mirada para evitar que notara mis próximas lágrimas a derramar.
Sentí como su pulgar acarició mi mejilla, mi labio inferior tembló.
—No madre, no llores.
—¿Cómo le pides a tu madre que no llore cuando está a punto de ver a su hijo casarse? —la primera lágrima cayó. Él la atrapó, la limpió y besó mi frente. Lo abracé dejando mi rostro en su pecho.
—Te amo, madre. Pero el hecho que me case no quiere decir que dejaré de tener a mi madre. Hemos comprado la casa de los abuelos. Estaremos a dos cuadras de distancia.
—No es la misma. Pero sigue en pie para que se muden con nosotros, esta casa es demasiado grande para tu padre y para mí.
—Samantha regresará de su internado luego Constanza de su intercambio en Canadá.
—Samantha también está comprometida y pront