Tanya no esperaba que la CIA fuera a buscarla hasta Japón. Retrocedió presa del pánico mientras exigía: "¿Qué asuntos tienen conmigo? ¡No he infringido la ley!".
Peter negó con la cabeza, pero habló con frialdad. "Nunca dijimos eso, pero es una orden directa de Langley traerla para colaborar con una investigación".
"¿Y cómo sé que de verdad son de la CIA?", insistió Tanya. "Al menos permítanme llamar a mis abogados para verificarlo".
Peter sacó de inmediato sus credenciales y las dejó sobre la mesa con firmeza. "Aquí las tiene. Y si lo desea, también contamos con órdenes emitidas por el FBI, la embajada de Estados Unidos y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón. Los funcionarios que ve allí pertenecen al ministerio y están cooperando con nosotros tras recibir la notificación".
"Aun así, insisto en llamar a mi abogado para que esté al tanto", dijo Tanya con rapidez.
"Lo siento, pero no puede hacer llamadas para evitar posibles interferencias", respondió Peter, negando nuevame