Tarlon jadeó y su expresión se volvió seria cuando insistió: “¿Hablas en serio? ¿De verdad dices que ese hombre vino a tu puerta y, en vez de hacerte daño o quitarte la vida, te dio una Píldora Regeneradora de incalculable?”.
“Solo repetirlo me quedo perplejo. Todos hemos oído que es... despiadado, asesino, si no completamente enfermo. ¡Decapitaciones con hélices de helicóptero y cañonazos en la cara! ¡Es peor que el mismísimo diablo! ¿Y dices que no te cortó la cabeza, a pesar de saber que eres el Gobernador Militar Derecha? ¡¿Y encima te dio una Píldora Regeneradora?! ¡Es una locura!”.
Arlo gritó: “Eso no es todo, abuelo… ¡en cuanto me volvió a crecer la mano, me cortó la derecha! ¡Y la vaporizó por completo!”.
“¡¿Qué?!”, exclamó Tarlon, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. “¡¿Así que te dio la píldora y te cortó la mano derecha cuando se te regeneró la izquierda?! ¡¿Ahora la mano que te queda es la izquierda?!”.
“¡Sí, exacto!”, gritó Arlo. “¡Es un monstruo de pies a ca