El Valor Del Amor
El Valor Del Amor
Por: MuSubi GR
Inauguracion

-¿Qué sucedió?- una mujer de bata blanca miraba con desconcierto al hombre que entraba por la puerta de su consultorio

-Es una larga historia quieres saber- la mujer asintió, casi cuatro años sin saber nada de él- señora Culoma- dijo fríamente, ella mantuvo la vista en él, de nuevo experimentó esa descarga eléctrica que años antes vivió con él

-Porque nunca fuiste por mi Felipe Valdez o mejor dicho Felipe Cáliz príncipe de Tegmenï….

Años atrás

Despierte príncipe- un hombre mayor recorrió las cortinas dejando entrar la luz resplandeciente del sol- hoy tenemos la agenda llena- un joven de ojos verde esmeralda, su rostro de finos rasgos y un cabello perfectamente recortado se levanta de su enorme cama que está rodeada por suaves cortinas de ceda que deja entrar la luz que le anuncia que ha llegado otro día lleno de rutina, donde todo está perfectamente planificado- ya esta su desayuno príncipe- de una puerta el hombre mayor salió con un traje azul marino junto con una camisa y sobre ellos una banda que ha usado desde que comenzó a estar en todos los eventos de su familia

-Y si no fuera querido Anton, solo por hoy- el hombre levantó una ceja blanca- solo por hoy dejar de hacer tanto protocolo y ser yo

-Esa no es la actitud de un príncipe- dijo negando, sin dejar de ver qué su traje estuviera impecable- usted dentro de muy poco se convertirá en el soberano de nuestro reino y tendrá que estar a la altura- el joven sonrió de lado, tomo asiento en la pequeña mesa donde podía ver un abundante desayuno, fruta en un lado, del otro pan tostado, mantequilla, mermelada, una taza de café negro como siempre- como lo estuvo su padre, no puede defraudar a su familia- como heredero al trono siempre estaba en la mirada de todos buscando algún desperfecto, algún error, siempre caminar con la espalda recta, al sentarse tenía que conservar un excelente porté y además siempre tenía que estar solemne, sin ninguna expresión en el rostro

-Príncipe ya está listo- un hombre no mayor que él entraba con una tablet en sus manos- porque hoy tenemos varias cosas que hacer

-Casi solo me falta mi banda- el hombre lo miro de arriba a bajo, siempre revisando que fuera adecuado a la ocasión, con sus zapatos negros muy bien lustrados que casi se podía reflejar el rayo del sol, su traje azul marino hecho a su medida, su camisa blanca de manga larga, sombre el saco del traje tenía unas hombreras anchas y redondas. Anton le ponía una banda blanca que tenía un bordado de color dorado en la orilla- ya el auto nos espera, príncipe así que vamos- Anton se separó con reverencia para seguir con sus tareas en la casa después que los reyes y el príncipe saliera del palacio

-Si Gerzon, vamos a lo mismo de todos los días- dijo con resignación, al salir de su habitación cuatro hombres lo seguían muy cerca hasta que entró en el auto. El convoy de cinco autos comenzó su camino. Mirando al frente podía ver cómo sus padres iban en el auto de adelante, de seguro igual que a él diciéndole lo que deparaba el día. Sin prestar mucha atención a su secretario miraba las estrechas calles del pueblo que sus padres gobernaban Tegmenï mostraba la tranquilidad y serenidad de los que ahí vivían, el príncipe siempre los veía felices y se preguntaba si realmente era así, al ir pasando las personas inclinaban la cabeza con veneración dejado de hacer sus trabajos, era la regla. Mirando la calle sabía que estaba próximo a llegar al lugar que se destino para el hospital de especialidades que ése día sería la inauguración para el pueblo, tendrían precios accesibles y lo mejores especialista en las diferentes especialidades de la medicina y equipado con la tecnología del primer mundo.

Los cinco autos todos con pequeñas banderas del reino de color verde esmeralda con blanco y en medio un escudo con una espada que era el emblema de la casa real, subían por la pequeña y última colina para llegar a su destino;

-Después de la inauguración tendrá una comida con el primer ministro, los temas será la construcción de una planta de energías renovables- pero el príncipe no ponía la atención suficiente miraba a una pareja abrazados, algo que era muy difícil que el pudiera hacer y más en público, como deseaba ser un hombre normal sin tener tantas responsabilidades- príncipe me está escuchando

-Si Gerzon te estoy escuchando y después que otra cosa tengo que hacer- desde que había cumplido los quince años todos sus días estaban saturados de cosas, si no eran las clases con sus maestros particulares eran los eventos con sus padres pero nunca tenía tiempo para salir con amigos, y ¿Qué amigos?, Si todos lo buscaban para ser él amigo del príncipe y pero ninguna era sincera bueno solo una, con que se había escapado en varias ocasiones a correr y jugar pelota eso había sido mucho tiempo atrás, cuando era un niño gracias eso se había ganado un buen regaño por parte de su madre una tarde que llegó todo mojado y con lodo en sus nuevos tenis, su madre se había puesto muy molesta pero Felipe sabía perfectamente como sacarle una sonrisa y al final después del regaño había llegado el abrazo de su mamá. Pero ahora siendo el hijo mayor y único hombre heredero de la corona tenía que cumplir con todos aquellos eventos, salir a cazar, ir a fiestas entre otras demás cosas.

-Pues la joven hija del conde la invita a su fiesta de presentación, ya Anton tiene listo su traje militar para esta noche- sabría Dios a qué hora tendría que dejar esa aburrida fiesta- y ya se acerca el cumpleaños de la madre reina- Gerzon veía su tablet, cuando comenzó a llegar esos aparatos para todos fue una cosa del diablo pero pronto vieron lo útiles que eran,- ya está listo su regalo príncipe Felipe

-¿Y que le voy a regalar?- dijo con ironía, siempre Gerzon terminaba escogiendo el regalo, el año pasado había sido un diamante puro de las minas de África

-Este año príncipe será una orquídea que se da solamente en la isla Franco, es una flor muy rara que de seguro a su madre le encantará príncipe Felipe- Felipe soltó una risita, como le gustaría ser él quien fuera a escoger esos regalos, poder caminar por las calles del reino sin nadie que lo siguiera, y comer algún helado, trabajar para ganarse su propio dinero y haber escogido el mismo su carrera, no la que su padre pensaba que era la mejor para él, relaciones internacionales y diplomacia- hemos llegado príncipe- por fuera veía a todos los hombres y mujeres que trabajarían en el hospital aplaudiendo a la familia real que llegaba para hacer la oficial inauguración. Las puertas de los autos se abrieron dejando bajar al príncipe. Su padre le ofreció el brazo a su madre. Por un micrófono se daba el anuncio de la llegada de ellos;

-Nuestros soberanos hay llegado, den el recibimiento que se merecen- los presentes gritaron de jubiló, aplaudieron y se acercaba para ver si tenía la suerte de ser saludos por los reyes; eran muy queridos por ser justos. Al ir caminando se encontraban con personal médico, enfermeras, psicólogos, entre otras personas que se encontraban ahí, Felipe iba detrás de ellos como siempre con solemnidad; al frente los esperaba el director del hospital que tomó la palabra;

-Sean bienvenidos sus altezas al Hospital de Santa Eloísa- la reina sonrió con moderación al ver cómo descubrían el nombre que sobresalía en la fachada- un hospital que tendrá la mejor atención y la mejor tecnología traída de Alemania, Reino Unido, Estados Unidos entre otro más- antes de cortar el listón verde escucharon la capacidad de atención a las personas, entre otras cosas, al terminar el discurso sobre un cojín rojo estaban una tijeras doradas que la madre de Felipe tomo para cortar el listón, los flashazos de los periodistas no faltaron era una fecha importante para él reino de Tegmenï. Al abrir las puertas del hospital el director los llevo al interior para que conocieran los equipos sofisticados que conformaban el hospital, e iba diciendo con cuánta platilla de personal contaba el lugar. Felipe estaba cansado de ver a las personas inclinando la cabeza cada vez que pasaban, y siempre temerosa de decir algo que no fuera adecuado. Al terminar el evento del hospital, sus padres tomaron su auto para ir a otro evento mientras el se reunía con el primer ministro;

-Si príncipe si usamos estás plantas solares será muy bueno para el reino- el primer ministro le mostraba el plan de trabajo de la nueva planta de energía renovables que quería trabajar ahí- sería menos el impuesto de la energía eléctrica para las personas,

-Me gusta, hablemos con los ingenieros, ¿que más tenemos?- dejo de lado los papeles se los llevaría a su padre para que le diera el visto bueno

-Pues terminar de ajustar el programa de salud, además tendremos que contratar a personal fuera del reino, algunos con especialidades- le mostró una relación de la plantilla del hospital

-¿Por qué no lo mencionó el director que sé necesitaba estás especialidades?- miro el papel tal vez debería ir a buscar a los mejores para ofrecerles un muy buen empleo

-Yo le sugerí que yo tocará ese tema con usted, y además la construcción de una universidad para formar a nuestro personal de salud- el primer ministro sonrió

-Ya lo había pensado, los ingenieros nos presentarán sus propuestas para la universidad- guardo un momento de silencio- creo que la próxima semana iré a España para ver si alguien le interesará venir a este nuevo hospital- Felipe sonrió tendría la oportunidad de salir- el sueldo es atractivo, tendrían un lugar donde vivir aquí con su familia

-Y vivirían en paz príncipe- añadió el hombre mayor.

-¿Algo más?- el primer ministro se aclaró la garganta, quería tratar un tema personal

-Si, es algo personal príncipe quería que usted sea el acompañante de mi hija en la fiesta del cumpleaños de la hija del conde St. Cruz…

-Para mi será un gran honor que su hija sea mi acompañante, querido Héctor- el hombre de cabellos rojizos sonrió complaciente, tenía claro que para mantener su posición tendría que casar a su hija con el príncipe y que más podía pedir ella que ser la futura reina de Tegmenï.

****

Felipe llegó al palacio cansado lo único que quería era tumbarse en su cama, ver televisión y quedarse el resto de la tarde ahí, pero no, Anton ya tenía su traje de etiqueta listo para la fiesta de cumpleaños, lo miro de arriba a bajo, deseaba usar algo menos formal algo más casual, algo que el pudiera escoger no otra persona

-¿Cómo estuvo tu día?- Felipe voltio a ver a su mejor amigo, que estaba entrando por la ventana como era su costumbre, era el encargado de las caballerizas y tenía prohibido entrar en la casa

-Normal como todos los días León- su padre le había puesto así después de que su madre hubiera dado a luz en medio del bosque muy cerca de una manada de leones y estos no les habían echo nada- ¿Y el tuyo?

-Caprichosa está algo nerviosa, creo que pronto tendrán un nuevo potrillo, y Fugaz indomable como siempre, te ha echado de menos- Felipe le encantaba montar pero no lo podía hacer tanto como el quería por su agenda que todos los días tenía algo que hacer- y ahora vas a ir a la fiesta de la presumida de Ágata

-Si, tengo que cumplir- invito a su amigo a la mesa con la comida que le habían llevado- acompáñame, sabes que odió comer solo

-Yo encantado pero si Anton me encuentra aquí me mata- Felipe le negó con la cabeza, era el único en todo el reino que le decía que fuera menos arrogante, y que disfrutará ser el príncipe

-No, mejor dime cómo vas con tu conquista- León sonrió con descaro

-De maravilla, sabes que a este muñequito nadie le dice que no- Felipe tomo la copa de vino, deseaba que las personas le dijeran que no alguna vez en su vida- ¿En qué piensas?

-En un día ser yo, trabajar y encontrar a una mujer que me quiera por lo que soy- León soltó la carcajada, como era que un príncipe quisiera trabajar,

-No digas tonterías, tienes a la mayoría de las mujeres del reino a tus pies, y trabajar eso déjalo para nosotros los pobres- ahí estaba nadie comprendía que él quería ser otra persona, poder escoger su ropa, comer algo que se hubiera ganado con el sudor de su frente- Felipe conozco esos ojos y no vallas hacer una tontería hombre

-Que podría hacer si siempre tengo a cinco hombres detrás de mi, y a Gerson- le restó importancia,- hablando de él no tarda en venir por mí, tenemos que recoger a Andrea

-Que suerte tienes de salir con ella- Felipe sonrió si tenía la suerte de estar con ella, no había un noviazgo formal pero temía que su padre le hiciera una plática de padre e hijo, casi con veinticinco años y no tener una novia formal- su padre debe estar feliz, Felipe si no te casas con ella serás un tonto- ahí estaba hasta su mejor amigo opinaba…

--Ya vete mañana espero tener un tiempo para montar a Fugaz- León tomo un trozo de pan con carne antes de salir.

***

-Isabella serás una excelente doctora- un doctor de cabello casi blanco y de lentes estaba de frente a la joven de cabellos negro azabache, con un peculiar color de ojos, parecían de color escarlata, su piel blanca y suave y finas facciones la hacían tener una belleza única- espero tu pasantía la hagas aquí con nosotros

-Eso mismo espero doctor Lomelí, usted es mi gran ejemplo a seguir y quiero volverme la mejor neurocirujana como usted- Isabella Rosete estaba en su último día de prácticas en el hospital San Isidro, había sido la mejor de su clase que el director del hospital estaba interesado en ofrecerle una plaza después que terminará su pasantía. Desde que había llegado siempre estaba dispuesta a aprender y poner en práctica lo que había visto en el salón de clases, gracias al doctor Lomelí que había sido asignada con él junto a otros dos compañeros comenzó a sumergirse más en la medicina, pregunta que se hacía, ella la contestaba con fluidez logrado al final hacer varios procedimientos, el primer día había entubado a un bebé de siete meses a la perfección salvando su vida, días después había logrado hacer una toracocentesis a un anciano que venía sufriendo una dificultad respiratoria y al estar haciendo el chequeó en urgencias pudo determinar que tenía líquido en el área pleural del pulmón derecho y sin ser pasante ni médico se arriesgo hacer ella el procedimiento. Claro que se había llevado un regaño por el personal médico como también de la escuela por el riesgo que puso que la unidad médica no dejará que sus estudiantes volverían hacer prácticas ahí, pero al ver el resultado y que la familia del paciente no había demandado sino agradecido su trabajo solo le dejaron muy claro que no debía volver a pasar. Soltó lágrimas de tristeza y nostalgia sería un mes sin estar en el mejor lugar que a ella le quería estar- nos vemos el próximo mes doctor yo siendo pasante

-Sabes que siempre tendrás los brazos abiertos- se dieron un efusivo abrazo, Isabella era como la hija que nunca había tenido.

Al salir del hospital la esperaba su mejor amigo desde la preparatoria con un ramo de flores, no era secreto que siempre había sentido algo muy fuerte por ella pero Isabella nunca le había dado ninguna esperanza siempre su prioridad era su carrera y no podía darse ningún tipo de distracción

-Hola Isabella vine por ti para dar un paseo y después ir a comer algo- le extendió las flores, Isabella las tomo sabía perfectamente que no debía porque el siempre se hacía ilusiones

-Hola Osbaldo me gustaría pero tengo que hacer un trabajo de cirugía que mañana a primera hora tengo que entregar- Osbaldo le dio una media sonrisa otra vez estaba negándose a salir con el- será otro día

-¿Qué tal el próximo fin se semana?- Isabella no sabía que decirle para negarse- no puedes negarte se muy bien que ya está semana termina el semestre y este día fue el último que viniste al hospital- soltó un suspiro odiaba que supiera tanto de ella

-Esta bien pero solo será como amigos- tomo las flores aprovechando Osbaldo tomo su mano

-Yo esperaré hasta que vuelvas a ser mi novia, porque tú y yo nunca debimos terminar- Isabella sonrió haberle hecho caso a su madre le había costado.

Osbaldo Culoma era hijo del jefe de su padre en una fiesta de navidad la había conocido y desde ahí siempre la buscaba, la madre de Isabella estaba encantada con la idea por qué él, le daría lo que su hija se merecía, una vida cómoda y de paso a ellos también, al entrar en la preparatoria tuvieron un fugaz noviazgo que duró solo una semana, pero ahí inició todo, Osbaldo no dejaba que se acercará ningún hombre a ella, al entrar a la universidad cada uno había escogido carreras distintas pero eso no impidió que Osbaldo siguiera con lo mismo alejando a cualquier hombre se acercará a ella, ella sería suya, su esposa y la madre de sus hijos ya después haría algo para que dejará sus tontos sueños de ser la mejor neurocirujana…

-Te acompañó a tu casa, mi nuevo auto está allá- señaló a un mini Cooper clásico con franjas blancas en la parte superior y a los lados franjas negras, brillaba se veía que acaba de salir de agencia

-No quiero ser molestia yo puedo tomar un transporte público- pero Osbaldo tomo su mochila,

-Claro que no, tú no puedes ir en esos transportes, tu te mereces lo mejor- Isabella se vio obligaba aceptar, camino con el hasta el auto. El viaje fue muy rápido hasta su casa eso lo agradecía porque no aguantaba mucho las conversaciones de Osbaldo sobre sus planes dónde ella estaba. Al estacionar el auto en frente de una casa no muy grande pero acogedora Osbaldo saco un estuche- Isabella este regalo es por tu próxima graduación por favor acéptalo- ella se sintió incómoda, no le gustaba que quisiera conquistarla con una cosa material además su carrera era primero

-No te hubieras molestado Osbaldo, pero no puedo aceptarlo

-Es un regalo de un amigo a una amiga acepta por favor- Isabella tomo el regalo más por pena que por quererlo tener, al abrir el estuche se podía ver una pulsera de oro con el símbolo de la medicina, realmente era hermoso pero demasiado caro para ella- la vi y al momento pensé en ti…

-Gracias pero es…

-No digas nada, somos amigos- “por el momento” dijo en sus pensamientos.

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