3. La invitación

PDV Hassam.

    – Salam alikum – conteste mi teléfono.

– W* alaikum as–salaam – me responden y en seguida cambio a inglés el idioma de los negocios.

    – Buenos días, su alteza Hassam, le habla, el secretario de su señoría Rashan Elshafai embajador de Egipto en el Sultanato.

    – Si él habla, estoy muy bien, que desea.

    – Le comunico al embajador.

    – Apreciado su alteza Hassam ¿cómo has estado?

    – ¿Cómo estás Amigo? – respondí cordialmente – estoy muy bien, a qué debo tu llamada.

    – ¿Estás en el Sultanato? Quisiera hablar unos asuntos contigo en persona. ¿Cómo está tu agenda mañana en la mañana? – me preguntó – Te invito a desayunar en el edificio de la embajada. – consulto.

   Pienso por un momento, si voy yo o envío a alguien del ministerio, al final me decido a ir, total creo que tengo la agenda libre, usualmente los jueves evito tener reuniones a menos que sea alguna urgencia internacional.  y además me gusta la locación de esa embajada que queda frente al mar. Sin embargo, preferí no decírselo de inmediato.

    – Me encantaría ir, déjame hablarle a mi secretaria para revisar mi agenda de mañana, comprenderás que es una invitación muy rápida.

    – Oh sí disculpa, comprendo perfectamente si no puede su alteza, déjeme saber.

    – De acuerdo te aviso. Nos vemos Rashan.

    Al colgar recibo otra llamada, esta vez es Khalid, mi amigo de la infancia y en un abrir y cerrar de ojos planeamos una fiesta en su casa, para el viernes con unos pocos amigos, shisha, whisky, y unas sirias que saben mover el trasero. Las fiestas privadas son lo de él, sabe que en mi posición no puedo estar exhibiéndome y mucho menos tomando alcohol, cuando la mayoría de los musulmanes no lo hace y cómo parte de la realeza debo dar el ejemplo.

   A las siete y media de la mañana del jueves ya estoy listo, había hecho mi rutina de media hora de pesas, otros treinta minutos trotando, y unos golpes al saco de boxeo, le pedí a la asistente de servicio que solo me hiciera café y un batido de proteínas, a las 8:30 quedé finalmente para desayunar con Rashan, tengo curiosidad de saber que me va a decir personalmente, porque aun cuando se tratase de la visita del presidente de Egipto siempre es informado mediante un comunicado formal.

   Me dirijo hacia Athanaiba en mi Mercedes Benz clase G 63, convertida por Brabus, color negro y con los vidrios tintados, al llegar al semáforo del wadi cruzó a la derecha para tomar el resto del viaje por la calle paralela a la playa. Al ver el parque público Athanaiba me fijo en qué hay cierto deterioro en los jardines, anoto mentalmente hablar con la gente de la municipalidad, para que lo repare lo más pronto posible, es parte de mantener nuestro premio como la ciudad más limpia y cuidada de los países vecinos.

   Bajo la velocidad debido a los muchos obstáculos que hay en esta vía; la misma está diseñada de esta manera por ser un espacio para ciclistas y caminantes, y pensando en caminantes, llama mi atención una mujer con unos leggins azul claro y una franela negra que le tapa la mitad de su trasero, a lo lejos me doy cuenta que es una extranjera de las que respeta el código de vestimenta establecido para expatriadas, tiene una soltura al caminar y un contoneo de caderas que me deja mirándola fijamente hasta que me salto uno de los obstáculos, molesto golpeo el volante y toque la corneta.

   Observé como en cámara lenta la manera en que rápidamente corrió hacia un triciclo que era conducido por una pequeña niña rubia y se les sumo un niño más grande que era más del color de ella, blanco bronceado, yo casi reduje la velocidad a 10 km/h algo se me hacía tan familiar, hasta que el chico se paró y se quitó el casco.

    – Es el niño que me saludo, y es ella, la mujer con la mirada color dátil – me dije en voz alta.

   La mujer con la que he soñado, me estacione más adelante al lado de la acera por donde venían caminando y aprovechando los vidrios tintados voltee sin ningún disimulo a ver cómo seguían caminando y acercándose a mí.

    – Qué suerte la mía – exclamé – No esperaba volver a verlos. ¿Sera que viven por aquí? – me pregunte.

   Oh Alah, si con solo mirarme ha hecho que sueñe y hasta me masturbe pensando en ella, ahora que la veo cuerpo entero que será de mí; lleva una franela un poco holgada, no se le ve que tiene senos muy grandes, pero se le marca un trasero genial que se me agua la boca, tiene una altura y un estilo tan seguro y elegante que, aun teniendo esa ropa deportiva puesta, hace que llame mucho mi atención.

    – ¿De dónde será de España, de Brasil? – me preguntaba – Ya los tres habían pasado por el lugar donde estacione mi carro y yo sigo viendo sus curvas, es tan alta que parece que pudiera llegarme al cuello, con mi 1,92 metros de estatura, tiene la piel dorada, cabello entre marrón y rubio, está vez llevaba lentes de sol oscuros, así que no pude ver sus ojos, miro como hablan entre ellos y un poco más adelante observo que llegan hasta el sedán gris, y es mi señal definitiva para confirmar que es ella, y me doy cuenta que estoy sonriendo como un adolescente.

   Tiene una belleza tan natural, unos labios carnosos que puedo imaginarlos rodeando mi pene que por cierto ya está erecto de solo verla. Es tan bella como la luna.

    – The moon. – susurre.

   Guardan las bicicletas en el carro y caminan hacia la playa, ojalá pudiera verla meterse al agua. Suena mi teléfono y recuerdo que tengo una cita, efectivamente es Rashan.

    – Salam alikum Hassam, ¿qué tal estás?

    – Hola Rashan estoy a un minuto de la embajada. Disculpa la tardanza.

   Me pongo en marcha, y salgo a la vía suspirando al ver cómo caminan y corren hacia la playa, tomé una respiración profunda para poder concentrarme en la reunión que me espera. La embajada está a escasas dos cuadras del lugar donde vi a Moon. Me anuncio y abren los portones para aparcar adentro, bajo de mi auto pensando en cualquier cosa con tal de que se me baje la hinchazón entre mis piernas.

    – Amigo Rashan. ¿Como estás? – saludo en árabe, a quien ya está en la puerta del edificio que sirve como oficina de la embajada, la verdad que es bien cómodo y fresco, ya había entrado hace algún tiempo, pero no la había visto de esta manera, será mi humor de hoy.

    – Hassam que bueno que hayas tenido tiempo para desayunar, ven subamos, el clima está perfecto para comer en el balcón, ya sabes respirar algo de brisa marina, la playa está calmada hoy. – me dice indicado el camino hacia las escaleras.

   – Adelante te sigo.

   Llegamos al balcón y la brisa fresca de noviembre es como un bálsamo. Nos sentamos y tomo un vaso de zumo de naranja fresco que me ofrece la mucama.

    – Salud amigo, dice Rashan. – Por la buena relación entre Egipto y El Sultanato, que Dios bendiga nuestras tierras.

   Chocamos las copas de jugo.

    – Hablando de buenas relaciones, cómo te comenté por teléfono quiero informarte que la señorita Rhasma Gasal hija del comandante de las fuerzas armadas quiere visitar El Sultanato.

    – Oh, que bien, bienvenida sea, pero Rashan ¿a qué se debe que no informaras esto en un comunicado al ministerio, como siempre se hace con la visita del presidente, su familia o el gabinete? – pregunte algo extrañado.

   Rashan asomó una media sonrisa a modo de pena o de disculpa.

    – Bueno verá, la señorita Rhasma quiere asegurarse de que usted sea su guía antes de oficializar su visita, cómo sabrá su alteza, la señorita Rhasma es soltera y sería para nuestros países un enlace muy feliz si ambos sois amigos.

   Me quedo escuchándolo y solo pienso en que suficiente tengo con mi madre queriéndome presentar a mujeres que ella considera prospectos para casarme, como para que también venga este funcionario a ofrecer a la mimada hija de un comandante de su país. Cuando ya me preparaba para soltarle unas cuantas a Rashan quizá olvidado mi posición, escucho el grito y risas de una niña.

    – Mamáaaa salvameee. – gritaba divertida.

    – Mamá no podrá salvarte soy el dinosaurio te comeré. – le respondió en el mismo tono de broma un niño.

   Me sonrió recordando los juegos de mi niñez y bajo mi mirada hacia los cocoteros que dividen los límites de la casa con la playa.

   Y entonces los vuelvo a ver, son los niños, me muevo un poco en la silla e intento alcanzar mi vista a ver si viene la belleza tropical Moon, la que ahora sé, es la madre de ese par de criaturas que están jugando; una sexi mamá, a decir verdad, pero los árboles no me dejan. solo escucho sus risas.

    – ¿Su excelencia? – me llama Rashan.

   Ahora este si se acordó de mi origen, pienso. No me queda más que obligarme a verlo para responderle.

    – Bueno Rashan veo que además de embajador funges de cupido. Opte por tomármelo a juego.

   Observo como se apena, se nota que está incómodo con esto, seguro debe ser un favor.

    – Cómo sabrá tengo muchas obligaciones que no me permiten ser el guía turístico de la señorita Rhasma – dije muy políticamente – si gusta puede venir y dispondré de personas que se encarguen de que se sienta bienvenida y como en casa.

    – Estoy seguro de ello su alteza, sin embargo, su petición es conocerlo y compartir con usted, quizá podáis ser amigos – insistió.

   Mientras él hablaba yo gire la vista nuevamente a lo que me llamaba como un canto de sirena. Allí estaba ella con sus dos pequeños jugando tan relajada que ni cuenta se daba que un predador quería devorársela. Miraba como la niña pequeña se acercaba a ella y le enseñaba su zapato a lo que su respuesta fue un regalo para mí. Bajo su torso para quitarle los zapatos levantando su redondo trasero hacia mi vista lo que hizo que no solo mi corazón saltara también lo hizo mi miembro varonil. Oh Alah que bueno eres conmigo.

   Rashan debió percatarse de lo que yo estaba observando porque escuché como la cucharita de té caía en el plato bajo la taza y al voltear vi que sonreía de lado viendo el hermoso trasero que ahora estaba sentado en la arena.

    – ¿Disfrutando de la vista? Esta es una de las bondades de tener la playa de patio.

    – Si definitivamente muy bien ubicada tu estancia.

    – Bueno Rashan, eres un buen hombre y voy a ayudarte con esta petición, compártele a la señorita Rhasma mi número personal o si se siente muy apenada de escribirme, dile que te autorice darme el suyo y le escribiré. Ya veremos.

   Este hombre se lee rápido; pensé. Instantáneamente relajo sus hombros como si se hubiese quitado un peso de encima. Mi teléfono repicó y vi que era mi primo.

    – Disculpa Rashan, debo contestar está llamada – le informe.

    – Adelante.

   Me levanté de la mesa para alejarme y tener algo de privacidad, debía ser algo muy importante para que  Abdulah me llame a esta hora. Culmine de hablar con él y resultó ser una invitación de los Estados Unidos de América y debo acompañar al comité ya que mi tío a decidió ir. Nuestro Sultán no es muy atraído por ir a América así que, debemos trabajar en los detalles para que todo salga muy bien.

   Al volver a la mesa me percate que ya mi Moon se había ido. Terminamos de desayunar y me despedí de Rashan.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo