Capítulo 2 – Brenda
Narrador:‒ Doña Elmira, usted debe mucho dinero, no solo a nuestro banco sino a muchas instituciones financieras lícitas y no tan lícitasLe había dicho Izan a la anciana en una visita que realizó a su casa‒ Pero no cuento con el dinero para saldarles, ¿podrían hacer un plan a plazos?‒ Lo siento, usted ya ha usado todas las alternativas y no ha podido ponerse al día, además si le diéramos a pagar por mes, como solicita, con el monto de su deuda no le darían los años que le quedan de vida‒ ¿Pero entonces como voy a pagarles?‒ Nos quedaremos con su casa y… – pero fue interrumpido por una joven que irrumpió en el salón‒ ¿Abuela, sabe dónde está…? – se detuvo y quedó mirando al extraño hombre que estaba hablando con su abuela – disculpe, no sabía que estaba ocupada con visita‒ Vete de aquí, ni*ña insolente, ¿no ves que estoy ocupada?La joven agachó la cabeza y abandonó la habitación‒ O tal vez podamos llegar a otro tipo de arreglo y usted pueda mantener su casa‒ ¿Y eso que sería?, porque yo soy capaz de venderle el alma al diablo‒ Mi hermano estará muy complacido de escuchar su disposición a negociar, hablaré con él y le pediré que venga a verla mañana, ¿le parece bien?‒ Perfecto, no iré a ningún sitio‒ Bien – se dirigió a la puerta y volteó a mirar a la anciana – procure que su nieta esté aquí mañana para cuando venga mi hermano‒ ¿Brenda?‒ Si ese es su nombre, será Brenda‒ Así se llama y es mi única nieta, ¿para que querría verla su hermano?‒ Solo asegúrese que esté mañana o no habrá trato‒ Estará, estará, se lo aseguro‒ Bien, será hasta mañana entoncesAl irse el visitante la anciana llamó a su nieta‒ Brenda – la joven vino corriendo a su encuentro y esta le propinó una fuerte cachetada en su mejilla – ¿Qué te he dicho de interrumpir mocosa atrevida?‒ Perdone abuela, no sabía que estaba con visita – respondió la joven sollozando mientras se frotaba la mejilla tratando de aliviar el dolor‒ Con perdón no solucionamos nada, ahora me harás la cena y tú te irás a dormir sin cenar‒ Pero abuela, ayer tampoco comí, ya me siento mal‒ La próxima vez vas a pensar mejor antes de hacer la tontería de desobedecerme‒ Bien, tiene razón, le prepararé la cena de inmediatoBrenda se internó en la cocina, era tanto el miedo que le tenía a su abuela que ni siquiera se le ocurriría comer algo mientras cocinaba por temor a que la anciana se enterara y le propinara un peor castigo. Cuando estuvo lista la cena se la llevó al comedor‒ Ya era hora, muero de hambre‒ Que le aproveche – y se retiraba‒ ¿Tú a donde te crees que vas?‒ A mi dormitorio ya no me necesita, cuando termine vendré a recoger las cosas para lavarlas‒ No sé si no te voy a necesitar, así que te quedas ahí parada mientras ceno por si se me antoja algo‒ Como diga abuela, aquí me quedaréLa anciana comenzó a comer bajo la atenta mirada de una Brenda hambrienta‒ Mañana te quiero bañada y arreglada desde la mañana‒ ¿Vamos a salir?‒ Te ordené que te quedaras por si necesito algo, no para que hables, así que escucha y mantente callada‒ Como ordene‒ ¿Qué te dije?‒ Callada‒ Entonces porque estás hablando, ¡cierra ya esa boca inmunda que tienes si no quieres que te la cierre a golpes! – Brenda se tapó la boca con ambas manos – como te decía quiero que te bañes y te arregles desde que te levantes, vendrá elhermano del hombre que estuvo hoy aquí y, por alguna razón que desconozco, quiere que estés presenteBrenda obedeció a su abuela y a la mañana siguiente se bañó y puso la mejor ropa que tenía, que no era nada muy elegante, pues su abuela no le compraba casi y si lo hacía siempre era de segunda mano.‒ Señor Amery, un placer recibirlo en mi humilde morada‒ Señora Conor – le saludó Mateo, quien había quedado confinado a una silla de ruedas luego del accidente en el que murieran sus padres – mi hermano estuvo ayer aquí para hacer un arreglo de pago con usted, pero me dijo que está imposibilitada de cumplirlo‒ Está en lo correctoBrenda permanecía sentada en uno de los sillones de la sala, callada tal y como le había solicitado su abuela. Mateo la miraba de reojo mientras hablaba con la anciana, hasta que fijó directamente su vista en ella‒ ¿Y tú eres…?‒ Brenda, ella es Brenda, mi amada nieta‒ Me gustaría que me respondiera ella‒ Bien, respóndele al señor‒ Como le dijo mi abuela, mi nombre es Brenda señor‒ ¿Y qué edad tienes Brenda?‒ 20 años señor‒ ¿Vives aquí?‒ Sí, aquí con mi abuela‒ Estás un poco pálida, ¿no tomas sol o qué?‒ Casi no salgo de la casa‒ Eso tendrá que cambiar, me dejas solo con tu abuela, por favor‒ Sí señor – y se retiróCuando quedaron solos con la anciana siguieron la conversación‒ Volviendo al tema de su deuda, veo que le será imposible pagarla, sin embargo podría tener una solución para usted, yo le perdono la deuda conmigo y le pago las demás deudas para que usted quede libre a cambio de su nieta‒ ¿Mi nieta?‒ Sí, mi hermano me dijo que usted está dispuesta a venderle el alma al diablo, pues soy lo más parecido a él sobre la tierra‒ ¿Pero qué va a hacer con ella?‒ Casarme, necesito una esposa y no tengo tiempo de salir a buscarla‒ ¿Dónde tengo que firmar?‒ Veo que era cierto, usted no tiene escrúpulos, si bien es algo que desprecio en una persona, en este caso me es conveniente. Mañana mandaré por su nieta, la llevarán a mi casa y haremos los preparativos de la boda, de más está decirle que no quiero que vuelva a parecer en su vida. ¿Le quedó claro?‒ Muy claro, descuide, no volverán a saber de miLa abuela le había contado a Brenda el arreglo que había hecho con Mateo Amery y que al otro día se iría con él para convertirse en su esposa‒ Pero abuela, ese hombre es bastante mayor que yo, además de paralítico‒ Eso es mejor, pues eso te asegura que no te tocará se*xualmente‒ Pero yo soy…‒ Virgen, me imagino, con más razón aún, lo mejor es que te cases con él y nunca dejarás de serlo‒ Pero ni lo conozco‒ Ya lo harás, no es necesario conocer a alguien para casarse con él‒ No quiero abuela‒ Deja de majaderías, ya está todo arreglado y lo harásEspero que les vaya gustando, no olviden dejar sus cometarios y guardarla en la biblioteca