La explicación de Macarena parecía razonable. Siempre había sido víctima de la persecución de Natalia, quien casi la mata en varias ocasiones. Por eso se había escondido en el extranjero durante años sin atreverse a regresar. Era posible que ahora estuviera siendo amenazada.
Santiago no había imaginado que esa mujer seguiría causando problemas aun estando en prisión. Si no fuera porque era la madre de Antonio, la habría dejado pudrirse en la cárcel.
Macarena lloraba desconsoladamente y dijo con tono lastimero:
— Santiago, que me muera si estoy mintiendo. Realmente no tenía opción, solo quería sobrevivir. Por favor, no te enfades conmigo.
Santiago respiró profundamente y la advirtió con expresión severa:
— De ahora en adelante, no te entrometas en asuntos relacionados con Julia. Si vuelven a amenazarte, debes decírmelo. No actúes por tu cuenta.
— Está bien, entiendo que me equivoqué, Santiago. Nunca volveré a hacer algo así. ¿Puedes perdonarme?
Santiago había pensado que ella era inocen