—¿Cómo no va a importar? Si Julia se va, ¿de dónde voy a sacar a mi bisnieto?—Con el carácter de Julia, cuando toma decisiones, prefiere callarse. Pero si dice algo, ya no hay marcha atrás.Irina se dejó caer en el sofá frunciendo la cara y suspirando. Apenas llevaba dos días feliz y ya surgía otro problemón.Santiago arrastró a Julia al jardín, enfurecido: —¿Hasta dónde vas a llegar? Si tienes algo que decirme, háblame a mí directamente, ¿por qué le cuentas a todos?Julia se soltó bruscamente, y viendo su muñeca enrojecida, sintió un dolor punzante en el pecho. Si realmente se preocupara por ella, no la lastimaría así.—Ya que lo decidí, lo correcto era informarles para que estuvieran mentalizadas.—Primero asegúrate de que te será posible antes de anunciarlo.—Claro que me será posible. Si la primera demanda falla, presentaré una segunda, y si hace falta, cien veces hasta lograrlo.A Santiago casi le da un ataque al corazón, apretando los dientes con fuerza.—Perfecto, veremos hasta
Santiago pensó que esta mañana Julia solo hablaba por enojo, jamás imaginó que esta vez iba en serio.Y no solo eso, sino que de un golpe consiguió volverse tendencia, sin dejarle ninguna escapatoria.—Ve a negociar con el bufete, que retiren la demanda o se las verán conmigo.Tomás se encontró en un predicamento: —Jefe, ¿ha considerado que el problema no radica ahí?Santiago clavó en él una mirada fulminante, ¿acaso necesitaba que lo estresaran más?Tomás se aventuró a decir: —Aunque el bufete retire la demanda, la señora buscará otros medios. Si lo presenta ante los tribunales, terminarán en juicio público, los medios se cebarán con el escándalo y perjudicará la imagen de la empresa.Santiago se dio cuenta de que había perdido la perspectiva por la rabia, casi olvidaba que el origen estaba en Julia.Si no solucionaba ese asunto, habría más problemas en el futuro.—Tienes sentido, pero ahora está llena de resentimiento hacia mí y se niega a dialogar.Tomás le aconsejó: —Jefe, tras tre
—Ya llegué, ¿qué me vas a decir? Hazlo rápido.—Julia, escuché que pelearon por mi culpa, vine especialmente a disculparme.Julia la miró de reojo con una sonrisa fría: —Tú fuiste apenas la chispa, no la verdadera razón de nuestra pelea.—Qué alivio.Macarena se acercó intentando tomarla del brazo pero Julia se esquivó, mirándola fríamente para indicarle que se alejara.Julia dijo con impaciencia: —Si viniste solo por eso, me voy.Macarena se interpuso rápidamente: —Espera, Julia. En realidad vine por otro asunto. Santiago no se atreve a decírtelo y me pidió que viniera.Era absurdo, ¿qué cosa en el mundo le resultaría difícil decir a él? Ahora sí tenía curiosidad.Macarena titubeó en forma teatral, exasperando la paciencia de Julia.Viendo su impaciencia, Macarena finalmente habló: —Santiago dice que si de verdad quieres el divorcio, solo lo aceptará si curas a Antonio.Julia abrió los ojos como platos, incrédula.La existencia de Antonio era el mayor secreto de los Rivera, ella misma
Santiago se coló con su mano herida primero y la mostró: —Mírame, me lastimé.Julia se zafó y volvió al interior, diciéndole fríamente: —Eres un adulto, no morirás por un pellizco de puerta, no es una lesión de verdad.Santiago se apresuró a sus pasos y sin más comenzó a desnudarse.Julia pensó que iba a hacer algo obsceno, pero justo cuando iba a regañarlo vio dos marcas moradas de regla en su espalda.No solo en la espalda, también en ambos hombros.Los lugares golpeados estaban enrojecidos, era reciente.Los golpes eran tan uniformes y él los había aceptado voluntariamente, definitivamente era el castigo familiar de Irina.—Deja de mirar, me duele mucho. Recuerdo que tienes licor medicinal aquí, ayúdame a aplicarlo.Julia comprendió, había venido a hacerse la víctima.Este hombre era tremendamente calculador. Por un lado enviaba a Macarena a amenazarla y por el otro venía a simular debilidad y lástima, como si quisiera manipularla a su antojo.Julia no se negó, sacó el licor medicin
Mario no quería involucrarse en eso, además Santiago ya había advertido que si alguien intercedía por Natalia, no lo perdonaría.Julia respondió: —En ese asunto no puedo ayudar.Mario asintió: —Ya lo sabía. Mis padres han hecho todo lo posible para encontrarte. Fueron al bufete, a tu casa, vigilaron la mansión varias veces y no se dan por vencidos.Julia se sorprendió: —¿También fueron al bufete y a la mansión? ¿Cómo no me enteré?—Claro que no lo sabías. Santiago temía que te preocuparas y quería evitar que te molestaran, así que puso guardas discretos. En cuanto se acercaban, se los llevaban.Con razón Julia nunca los había encontrado. De pronto recordó que una vez en el estacionamiento del bufete se topó con Tomás arrestando a alguien. Resulta que no era por filtraciones de la empresa, sino gente de los Herrera.¿Por qué Santiago hacía todo esto sin decírselo?—Julia, olvida si te he ofendido antes. Por lo que hice hoy, acuérdate de hablarle bien de mí a Emma.Julia sonrió: —Si de v
Julia tomó su teléfono para examinar todo cuidadosamente. El fotógrafo había sido muy astuto, captando ángulos frontales perfectos.No solo tenía imágenes de ella y Mario tomados de la mano, sino también de ambos entrando al cuarto de servicio. Los titulares eran aún peores, prácticamente la calificaban de cualquier cosa.Julia había pasado de ser la víctima a la que todos compadecían a convertirse en el blanco de burlas, siendo insultada despiadadamente.Ayer la alababan por desafiar a su esposo millonario sin miedo al poder, y hoy la destrozaban implacablemente. Se podía imaginar la brutalidad de los insultos.En los comentarios veía a algunos usuarios liderando difamaciones, atrayendo seguidores sin criterio.Julia registró metódicamente sus identificaciones y recopiló evidencia de los insultos. Demandaría a cada uno de ellos.—Emma, recuerdo que conoces gente en los medios. ¿Podrías averiguar quién proporcionó estas fotos? Necesito descubrir quién está detrás de todo esto.Emma asi
—Que me fulmine un rayo si miento. Pero no entiendo cómo alguien esparció todo esto por internet. ¡Esto es arruinar la reputación de alguien!Santiago le bajó la mano, aceptando su explicación.Definitivamente algo raro estaba pasando, claramente dirigido contra Julia.—De ahora en adelante no te le acerques más.Mario se enderezó, prometiendo firmemente: —De acuerdo, prometo no acercarme. Aunque me la cruce después, me alejaré a cien metros de distancia.Santiago definitivamente necesitaba investigar quién estaba detrás de todo esto.Mario apenas logró sacar a Santiago cuando la puerta de su oficina se abrió otra vez. Al levantar la vista, eran sus abuelos, que rara vez aparecían.Mario, sorprendido, avanzó para ayudar a su abuela Luisa a sentarse en el sofá y preguntó curioso: —¿Cómo es que vinieron? Si querían verme, bastaba con una llamada, no necesitaban venir hasta acá.Juan hizo un gesto con la mano: —No vinimos a verte, sino porque tenemos algo muy importante que preguntarte.D
Julia sí creía que Mario no estaba interesado en la receta que ella tenía, pero respecto a esos asuntos de búsqueda de familiares, ya estaba insensibilizada.Tenía demasiadas cosas que hacer ahora: recopilar evidencia para demandar a quienes la difamaban intencionalmente y ocuparse del juicio de divorcio con Santiago.Luisa, casi suplicando, dijo:— Mario, ya que ella está ocupada, danos su número y dirección, nosotros mismos iremos a buscarla.Si hubiera sido cualquier otra persona, Mario definitivamente no se hubiera atrevido a dar los datos de contacto de Julia, pero estos eran sus abuelos que tanto lo querían, así que les dio toda la información de contacto de Julia. Si surgía algún problema en el futuro, él asumiría toda la responsabilidad.Luisa no perdió tiempo, llamó a su esposo y partieron. No podrían estar tranquilos hasta aclarar este asunto.Julia todavía estaba organizando documentos en el bufete cuando escuchó que en recepción le dijeron que alguien la buscaba. Salió curi