—Que me fulmine un rayo si miento. Pero no entiendo cómo alguien esparció todo esto por internet. ¡Esto es arruinar la reputación de alguien!
Santiago le bajó la mano, aceptando su explicación.
Definitivamente algo raro estaba pasando, claramente dirigido contra Julia.
—De ahora en adelante no te le acerques más.
Mario se enderezó, prometiendo firmemente: —De acuerdo, prometo no acercarme. Aunque me la cruce después, me alejaré a cien metros de distancia.
Santiago definitivamente necesitaba investigar quién estaba detrás de todo esto.
Mario apenas logró sacar a Santiago cuando la puerta de su oficina se abrió otra vez. Al levantar la vista, eran sus abuelos, que rara vez aparecían.
Mario, sorprendido, avanzó para ayudar a su abuela Luisa a sentarse en el sofá y preguntó curioso: —¿Cómo es que vinieron? Si querían verme, bastaba con una llamada, no necesitaban venir hasta acá.
Juan hizo un gesto con la mano: —No vinimos a verte, sino porque tenemos algo muy importante que preguntarte.
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