— ¡¿Que quieres ahora?! — Preguntó Samantha alterada. — ¿No vas a dejarme ni siquiera nadar en paz? — Reclamaba a Leonard.
Él dudó por unos instantes sobre que decirle a Samantha, pensó que ella estaría tan molesta que atentaría con su propia vida y ahora se sentía como todo un estúpido por haber pensado así de ella.
— Solo… No quería que estés molesta conmigo. — Decía Leonard mientras su mirada azul veía con atención a la hermosa mujer salir del agua.
Como si hipnotizado estuviera, su ojos no se apartaba del sensual cuerpo de su prometida.
— Cancela cualquier cita próxima con esa mujer por siempre y haré de cuenta que no dijiste nada en la cena. — Samantha se detuvo frente a Leonard cruzando sus brazos y viéndolo molesta.
Él apartó su mirada de ella en ese instante.
— Sí, lo haré, pero, deberías ponerte algo de ropa…
— ¿Eh? — La Joven se volvió a ver a si misma, para después sonreír con malicia mientras veía nuevamente a ese hombre. — ¿Te pone nervioso? ¿Por qué? ¿Quieres prob