Había mucha gente yendo y viniendo, Bella casi se puso a llorar:
—Lucas, te lo suplico.
El hombre no se conmovió. Antes, cuando la miraba, aunque no hubiera amor, al menos había cierta compasión, pero resultó que había estado compadeciendo a una víbora venenosa.
Lucas no quería perder tiempo, le lanzó un acuerdo de divorcio que ya había firmado.
—Firma, y no molestaré más a tu familia.
Bella bajó la mirada para ver la firma vigorosa, luego miró a Lucas. Su expresión era tan extraña.
Aún recordaba que esa noche él también había sido tierno.
Bella quería seguir negociando, quería regatear, pero ya no podía más, vivir en casa la estaba asfixiando.
La mujer bajó la cabeza y firmó apresuradamente.
Lucas lo tomó, después de confirmarlo, subió la ventanilla.
Pero la mujer golpeó desesperadamente la ventana, corrió detrás del auto por más de diez metros, hasta que el hombre redujo ligeramente la velocidad. Entonces lo miró y preguntó urgentemente:
—Lucas, ¿alguna vez sentiste algo por mí?
El h