Entre besos y caricias, Sira y Can hicieron el amor tantas veces como pudieron, hasta quedarse profundamente dormidos, cansados, con los labios rojos y las pieles sensibles, de todo el placer que habían sentido. Así, ambos habían recordado lo mucho que se amaban, lo que que se extrañaban y dejado atrás la tristeza de lo que otras personas les hicieron y les habían hecho sentir. Después de tantos años, Can y Sira volvían a estar juntos y era su momento de retomar ese romance que se había quedado en esa habitación donde los dos se habían entregado por primera vez.
[…]
-Al día siguiente-
En total silencio se encontraba la casa cuando el cuerpo de Sira comenzó a reaccionar para después despertarse. Ella se encontraba boca abajo, con la espalda completamente descubierta, mientras las manos se encontraban debajo de la almohada, abrazándola, y la cabeza de lado viendo hacia la ventana. Amaba despertar en esa pequeña casa al lado del mar, escuchar las olas mientras desayunaban en la terraz