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Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©El rato familiar terminó en el hospital de nuevo, pero esta vez con un Can Marín con la nariz desviada y bastante confundido con lo que había pasado. Al parecer, el patinaje no era lo suyo y por primera vez, en toda su vida, renunció al hecho de aprender cómo hacerlo, aunque eso, no fuera "Muy Can".
―¿Te duele mucho? ― preguntó Marina a su padre mientras su padre salía del consultorio con una gaza sobre la nariz.
―No siento mi nariz ― murmuró él con cariño― tengo la nariz perfecta, ¿sabes?, salí dos veces calificado como el hombre más guapo del mundo y con la simetría de cara perfecta ― explicó.
Marina levantó los hombros― yo creo que aún te ves guapo, aunque se ve muy inflamada. <