Dylan Nell.
Treinta años de edad y desempleado.
Vagaba por todo tipo de bares y distritos de entretenimiento. Junto con unos cincuenta matones, llevaba a cabo negocios como la extorsión y el rescate que bordeaban los límites de la ley.
Hoy, él y sus matones acababan de salir de un bar.
Al ver a Thea, sus ojos se clavaron en ella.
Tenían experiencia en esperar fuera de los bares para recoger a bellas damas que estaban borrachas y luego conseguir una habitación en algún hotel.
Después, grababan el proceso y extorsionaban a sus víctimas.
Sabían lo que ocurría cuando vieron a James junto a Thea.
“Este tipo tiene mucha suerte para conseguir una mujer tan hermosa”. Con una mirada codiciosa, Dylan ordenó a sus hombres: “Vayan por ellos. Golpeen al tipo y agarren a la mujer”.
“Sí”.
Los matones estaban encantados.
Una mujer tan exquisita. Después de que Dylan la probara, les tocaría a ellos.
Justo cuando James y Thea llegaron a la entrada del hotel, unos cuantos vándal