Era innegable que la mujer tenía algunas cosas buenas en su posesión. No importaba si se trataba del horno de alquimia de grado divino o del Fuego Verdadero único, eran objetos codiciados por todos los alquimistas. Incluso Myrddin no pudo reprimir el impulso y tuvo que preguntarle quién era su amo. Puesto que el amo era capaz de regalar un objeto de tan alta calidad a su discípulo, debía de tratarse de un alquimista muy reputado. Sin embargo, los labios de la mujer permanecieron bien cerrados.
Consternado, Myrddin la miró y dijo: "Buena suerte, te apoyo". De ti dependerá que el Reino Nebulosa evite o no la crisis actual".
La mujer asintió ligeramente con la cabeza al decir: "Haré todo lo posible para salir victoriosa de este torneo y representar al Reino de la Nebulosa para participar en el examen de discipulado del Pabellón de la Medicina".
"Muy bien".
Myrddin asintió satisfecho y se dio la vuelta para marcharse.
Volvió a su asiento.
Daley preguntó: "Myrddin, ¿cómo fue? ¿Quién e