A James no le quedó de otra.
La familia no estaba dispuesta a mejorar y solo quería sentarse a disfrutar del éxito.
¡Toc, toc, toc!
“David, abre la puerta”, dijo Gladys.
David no estaba de humor, así que miró a Alyssa, quien estaba a su lado. “Cariño, ve a ver quién es”.
A Alyssa le dio flojera levantarse y miró a James. “Ve tú, James”.
James estaba deprimido por el comportamiento de ellos.
Toda la familia era tan perezosa. Sin embargo, se quedó callado y fue a abrir la puerta.
En la puerta estaba parado un anciano de unos 70 u 80 años. Vestía de manera muy sencilla y llevaba unas cuantas botellas de buen vino.
“¿Q-quién eres?”.
James miró al hombre de pie afuera de la puerta con curiosidad en su rostro.
“T-tú debes ser James. Soy el tío abuelo de Thea”.
“Oh, pasa”. James invitó a Trevor Callahan a la casa.
Los rostros de toda la familia se oscurecieron en cuanto vieron a Trevor entrar a la casa.
“¿Qué estás haciendo aquí?”, preguntó Gladys con frialdad.
“Gladys”. Trevor