Gladys se puso de pie y gritó: “¡Yosef, ten un poco de conciencia al hablar!”.
“Fue… Fue Thea quien me obligó a hacerlo. Entonces, hizo que James me amenazara con incriminar al Señor Howard”, Yosef insistió en que fueron Thea y James quienes lo habían amenazado.
“Tú…”. El rostro de Gladys se tornó sombrío.
Thea también se sentía profundamente agraviada.
Ella se había dedicado a la familia, pero terminó en una situación como esta.
James respiró hondo para reprimir su ira. Entendió que actualmente estaba en Cansington, una ciudad de paz, y ya no en las Llanuras del Sur.
“¡Suficiente!”.
“¿No es esto suficiente? Thea, puedo perdonarte si has cometido un error. Después de todo, todavía eres joven y no puedes resistir las tentaciones. Mientras reconozcas tus errores y los corrijas, entonces puedes ser perdonada. Sin embargo, ¿qué es lo que estaban tratando de hacer? ¿Homicidio?”, gritó Lex.
“¡No fui yo!”, gritó Thea.
¡Pam!
Lex golpeó la mesa y se puso de pie abruptamente. “Ya hemos