James se dirigió al edificio junto a Xavion. Tras entrar en la oficina, entregó a Xavion a Quincy y le dijo: “Te lo dejo a ti”.

“¿Por qué? ¿Ya te vas?”. Quincy, quien lucía un glamoroso atuendo de negocios rojo, miró a James.

“Mmm”. James asintió con la cabeza al decir: “No conozco mucho de esto. Me despido”.

“James, ya sabes que Xavion es crucial para nuestros planes. Si te vas, no hay nadie aquí que pueda garantizar su seguridad”.

“Así es. ¡Tienes que protegerme!”, se apresuró a decir Xavion.

Xavion estaba aterrado. Estaba escondido en Mascuoyae en aquel entonces. Ahora que había presenciado el abrumador poder de los artistas marciales, temía por su vida. Necesitaba la protección de James.

James le palmeó la espalda y le dijo: “No te preocupes, haré que alguien te proteja”.

La mayor amenaza de James había desaparecido. No solo eso, sino que las fuerzas foráneas no se atreverían a mostrarse en la Capital a plena luz del día. Aun así, James seguía necesitando guardaespaldas pa