El Rey debió haber recurrido a medios sin escrúpulos para conseguir el poder.

Perdido en sus pensamientos, finalmente llegó a las enormes puertas de la Mansión del Emperador.

Thea estaba practicando sus artes marciales en el patio. Su cuerpo flotaba a un metro del suelo mientras su larga cabellera negra se cernía en el aire. Su cuerpo emanaba una fuerte aura que hacía que las hojas caídas en el suelo revolotearan alrededor de su cuerpo.

James se detuvo para observar a Thea mientras practicaba.

Thea se percató del regreso de James y dejó de practicar de inmediato. Aterrizó con firmeza en el suelo y corrió hacia él entusiasmada. Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro mientras gritaba: “¡Cariño, has vuelto!”.

James se quedó mirando la cara sonrojada de Thea y le preguntó: “Thea, ¿qué estabas practicando? El aura que te rodeaba hace un momento era increíblemente extraña”.

Thea explicó: “Se llama Arte Espiritual. Me lo enseñó el Señor Caden. Cuando él era joven, se topó con él por