“Espera”.
Marcello abrió la boca y gritó: “¡Alto!”.
La espada del subordinado estaba a solo un metro de James. Al escuchar la voz de Marcello, retiró rápidamente la espada.
James, aterrado, empezó a sudar frío.
El subordinado era poderoso.
Si hasta uno de los subordinados de Jace podía desatar una fuerza y una velocidad tan aterradoras que apenas podía contrarrestar, entonces, ¿qué tan fuerte era el propio Jace?
En ese momento, Marcello se acercó a James.
“¿James? ¿Estás de vuelta?”.
Su hermoso rostro mostraba una expresión de sorpresa.
James asintió y sacó la Perla del Inframundo de la Residencia Celestial. Se la devolvió a Marcello y sonrió. “Gracias por prestarme tu tesoro. Gracias a él pude atravesar el Reino Sellado sin problemas”.
Marcello lo guardó y le devolvió la sonrisa. “De nada”.
Jace observó su interacción. Se acercó, miró a Marcello con el ceño fruncido y dijo: “¿Qué haces, Marcello? ¿Por qué le diste algo tan valioso? ¿Y si lo pierde?”.
Marcello sonrió débilm