Capítulo 100

|| PUNTO DE VISTA DE DANTE ||

En cuanto bajé del avión, sentí que algo no iba bien.

Acababa de regresar de Estambul, donde había ultimado una ruta marítima que mantendría nuestro comercio petrolero en marcha a pesar de la tormenta que estaba provocando mi abuelo. Pero en ese momento no me importaban ni la carga ni los beneficios. Solo pensaba en una persona.

Bellona.

Tenía tres llamadas perdidas de Leo.

Eso nunca había pasado.

Cuando me subí al coche, mi teléfono volvió a sonar. Era Leo, y su voz denotaba pánico.

—Dante, se ha ido.

Se me encogió el pecho. —¿De qué demonios estás hablando?

—Ella... fuimos al hospital —dijo, respirando con dificultad—. No se encontraba bien. Después de la cita, estábamos fuera, yo estaba a tres metros, maldita sea, y se detuvo un coche. Rápido. Un todoterreno negro. La agarraron antes de que pudiera llegar a ellos.

—¿No los detuviste? —rugió, apretando con fuerza el reposabrazos.

—Lo intenté, disparé al conductor. Creo que le di a uno de el