En un abrir y cerrar de ojos, todos se habían ido. Solo quedaban Kendra y Darryl allí, que seguían en la casa de piedra.
Mientras analizaba la situación en la que se encontraba, Darryl exhaló bruscamente. No esperaba que esa chica delgada y de aspecto débil ocupara un puesto tan alto en la Secta del Águila Divina.
Ya fueran esos discípulos o Donnie, todos obedecían sus palabras y por eso, la chica era algo capaz.
Justo cuando Darryl pensaba en eso, Kendra se volteó lentamente y lo miró.
‘¡Oh, m*erda! Estoy acabado...’.
La mirada de Kendra lucía pacífica y amable, pero sobresaltó a Darryl. Ella caminó lentamente hacia él y lo miró con desprecio.
Sus labios rojos se curvaron en una sonrisa orgullosa. “¿Cómo te llamas?”.
Su voz era muy nítida, clara y buena, pero fuera de toda duda.
Darryl pensó y contestó: “¡Darryl!”.
Como ya no estaba en el Pueblo del Dragón Oculto, no era necesario ocultar su verdadero nombre.
“Darryl...”.
Kendra murmuró para sí misma para confirmar que no h