De repente, todos los presentes se volvieron hacia Sergio, conmocionados y furiosos.
Aquel hombre tenía agallas, pues se atrevió a irrumpir en la habitación de la Emperatriz. Sin embargo, Yvette no reveló su identidad en el Gran Este, por lo que los guardias reales se tragaron su ira y no golpearon al hombre.
Al mismo tiempo, Sergio también se detuvo en seco ante la visión que le recibió.
¿Por qué había tanta gente en esa habitación?
Al siguiente segundo, la mirada de Sergio se posó en Yvette. La contempló en trance, sin poder evitar el jadeo que se le escapó.
Guau, ¡qué belleza!
El aire que emanaba era un mundo aparte de una mujer como Kendall.
Era difícil creer que una mujer tan hermosa vagara así por las calles de una pequeña ciudad.
La mirada de Sergio desagradó mucho a Yvette y las facciones de ella estaban nubladas por la escarcha. 'Qué hombre tan irrespetuoso, atreviéndose a mirarme así. Debe tener deseos de morir'.
"¿De dónde vienes, cerdo inculto? ¿Cómo te atreves a m