"¡M*erda! Todo es mentira. Jethro, si quieres matarnos a mi hermana y a mí, hazlo y deja de lloriquear", escupió Quincy con frialdad.
Jethro tenía un aspecto horrible. Quincy se enfrentó a él, a un Emperador, delante de tanta gente. ¿Qué hay de su reputación y su supremacía?
"¡Ejecútenlas!", gritó Jethro sin dudarlo, enfurecido.
En un instante, varios guardias del palacio se adelantaron y sacaron a Quincy y a su hermana del vagón de prisioneros. Luego, las escoltaron hasta la plataforma de ejecución.
Todos los ciudadanos que observaban empezaron a hablar.
"Qué mujer tan desvergonzada. ¡No pierdan más tiempo!".
"Es la Emperatriz, pero es tan desvergonzada. ¡Merece morir!".
"¡Mátenla!".
Mientras hablaban, mucha gente no podía controlar sus emociones mientras señalaban y gritaban a Quincy.
La multitud no dejaba de maldecirla. La cara de la Emperatriz estaba llena de ira, dolor y desesperación. ‘¿Voy a morir? No quiero morir’.
"¡Mi hermana no es una puta! La están calumniando