Adenoid no lo aceptó, sino que lo empujó hacia ella. Con una sonrisa, él dijo: “Señorita Willis, usted sabe que no soy un hombre que se centra exclusivamente en el dinero. Sea mi mujer y quedará absuelta de su deuda para siempre. Si vienes conmigo, podrás vivir en el lujo sin tener que preocuparte por nada.
Sus palabras habían visiblemente irritado a Lillian, pero ella logró mantener la compostura antes de devolverle la sonrisa y decir: “No, gracias”.
La expresión de Adenoid se oscureció ante su rechazo. “Lillian, lo digo en serio. Nos conocemos desde hace mucho tiempo. ¿Acaso no sabes lo que siento por ti?”. Él frunció el ceño y continuó hablando en un tono sincero: “Mírate, una dama tan joven que se arriesga la vida yendo a lugares peligrosos como la Región Secreta Desierta Salvaje. ¿Qué pasará si te enfrentas al peligro estando allá afuera? Realmente lo digo por tu bien; no podría soportar verte luchar por más tiempo”.
“Gracias por tu generosidad”. Lillian se mordió el labio infe