“¿Tú? ¿Haciéndome un favor?”. Diana se rio entre dientes y dijo: “Alan Cirrus. Fuiste tú quien golpeó primero a mi discípulo. ¿Qué derecho tienes para ayudarme a administrar mi Altar?”.
¡Diana había presenciado todo el incidente!
Alan había abusado de su título como el Maestro del Altar para intimidar a otros. Él no tenía respeto por nadie. En ese momento, él hasta quería matar a su discípulo. ¿Cómo podía Diana tolerarlo?
Alan se burló y miró a Diana con enojo. “En ese caso, ¿estás diciendo que estás del lado de este desgraciado?”.
Los ojos de Diana lucían decididos. Ella dijo con frialdad: “Castigaré a mi propio discípulo si hizo algo malo. No necesito que nadie se entrometa en mis asuntos. Mientras yo esté viva, no te atrevas a intentar ponerle tus manos encima”.
Luego, Diana caminó hacia adelante y arrastró a Darryl detrás de ella.
¡Uff!
Darryl estaba secretamente agradecido. Al mismo tiempo, él también se sintió conmovido. A pesar de que él se vio obligado a reconocerla como