Capítulo IV

Sentí como su vida se me había ido de las manos en su último respiro. Me sentí impotente, inútil, inservible, miserable y me dolió el alma al verla cerrar sus ojos ante mí. La había buscado por dos años y la perdí en cuestión de minutos…

Ni perdón le pude pedir.

No sabía cómo estaba Luk o si alguien más había salido herido. No tenía las fuerzas suficientes para enfrentar mi realidad. Habían metido a cirugía a Alexia, pero no sé cuántas horas habían pasado después de eso.

Yo estaba muerto en vida esperando que me dieran alguna información de ella.

No soy de creer en dioses, pero en estos momentos le ruego a mi tío Alek y a Ryan, que están en la cirugía de Alexia, me la traigan de regreso. Ellos son los mejores neurocirujanos de Europa y hoy me arrepiento de no haber seguido esa profesión.

«Ni un puto perdón le pude pedir», veo hacia las puertas cerradas del quirófano y apoyo la cabeza en la pared.

—¿Mami volverá pronto? —pregunta Mateo al sentarse conmigo en el suelo—. Ella prometió do
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