Con el corazón latiendo con fuerza y la respiración agitada, se recostó contra la puerta, sintiendo el frío de la madera contra su espalda.El silencio de la habitación fue interrumpido por golpes frenéticos en la puerta, seguidos por voces que la llamaban con urgencia. Luisa cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear el ruido y el clamor que llegaba desde el otro lado. Quería estar sola, necesitaba un momento de calma para procesar todo lo que acababa de suceder. Con un susurro apenas audible, pidió que la dejaran descansar, deseando con todas sus fuerzas que la dejaran en paz por un instante.……. La luz del sol filtrándose por las cortinas comenzaba a iluminar tímidamente la habitación de Luisa, pintando con suavidad los rincones de la estancia. Ella permanecía inmóvil, sentada en el suelo, aún sumida en un profundo sueño reparador. Ajena al bullicio y la algarabía que se des
Julius se acercó a su hermano con un gesto sombrío, llevando consigo el peso de una revelación que lo había golpeado con fuerza.– Lucius, necesito hablar contigo – comenzó Julius, su voz cargada de preocupación mientras buscaba los ojos de su hermano en busca de comprensión.Lucius frunció el ceño, percibiendo la gravedad en la expresión de Julius – ¿Qué sucede, hermano? – preguntó con tono preocupado, preparándose para escuchar lo que fuera que lo afligiera.Con un suspiro, Julius se armó de valor para compartir su angustia – Es Luisa... creo que se ha cerrado emocionalmente a nosotros – confesó con pesar, sintiendo cómo un nudo se formaba en su garganta al pronunciar esas palabras.Lucius arqueó una ceja, sorprendido por la revelación – ¿Cómo puedes estar seguro de eso? – preguntó con voz suave, sus ojos reflejando la tristeza que sentía al escuchar la confesión de su hermano.Julius asintió con tristeza, recordando los días de intentos fallidos de acercarse a Luisa – Lo he senti
Con temor palpable pero también con una curiosidad que la impulsaba, Luisa avanzaba con cautela por el lúgubre pasaje de la cueva. A medida que se adentraba, la escasa luz que penetraba desde la entrada se iba desvaneciendo, sumiéndola en una oscuridad casi completa. El aire era espeso y húmedo, envolviéndola en un abrazo frío que le erizaba la piel.Cada paso que daba resonaba en el silencio de la cueva, su eco retumbando en las paredes de roca que la rodeaban. Luisa se esforzaba por controlar el latido frenético de su corazón, su mente llena de temores y expectativas mientras avanzaba en la penumbra.De repente, un mal paso la hizo tropezar y caer de bruces sobre el suelo pedregoso de la cueva. Un dolor punzante la recorrió cuando su cuerpo impactó contra la dura superficie, pero no tuvo tiempo para lamentarse cuando levantó la mirada y vio frente a ella a una criatura imponente, respirando con dificultad.El asombro y el miedo se mezclaron en su pecho cuando sus ojos se encontraron
Luisa se hundió ligeramente en la suavidad de la cama, encontrando un momento de paz en medio de la confusión que la envolvía. La tela suave y cálida la abrazaba, ofreciéndole un refugio momentáneo. Sin embargo, la calma fue efímera, y el deber de entender su entorno la impulsó a levantarse con rapidez, dejando atrás la comodidad reconfortante de las sábanas.Al ponerse de pie, sus ojos recorrieron la habitación con asombro. La luz matutina se filtraba a través del ventanal abierto, tiñendo el espacio con tonalidades doradas. Una brisa suave mecía las cortinas, revelando un cielo azul y sereno. Pero lo que realmente la dejó sin aliento fue la magnificencia de la habitación en sí misma. Los muebles finamente tallados, la delicadeza de los detalles decorativos y la amplitud del espacio la envolvieron en un aura de opulencia.La sorpresa se apoderó de Luisa cuando sus ojos se posaron en la figura del hombre que estaba en la puerta entre abierta de la habitación. Al principio, parecía un
Alistar se encontraba en un estado de fatiga. Había sido convocado al Palacio, suspirando y ya sabiendo el tema por el cual lo llamaban, solo podía resignarse con pesar e ir buenamente hacia el palacio. Ataviado con ropajes de la más fina calidad, Alistar se desplazó en un lujoso carruaje de color azul con el emblema de su familia, los cuales eran tres rosas azules. El trajín de la ciudad fluía a su alrededor mientras avanzaban por las calles empedradas, con los edificios altos y elegantes adornando el horizonte.Al llegar al Palacio, Alistar se adentró en los hermosos pasillos revestidos de mármol. La magnificencia del lugar siempre lo asombraba a pesar de que cuando era un niño y vivió bajo el cuidado de su majestad. A lo largo de su camino, una estatua imponente y radiante captó su atención: un dragón esculpido con meticuloso detalle, sus escamas parecían brillar con una luz propia. Alistar se detuvo frente a la estatua, observando las piedras preciosas incrustadas en su superfici
La epopeya de un valiente héroe y su intrépido séquito, embarcándose en una travesía legendaria destinada a derrotar al malévolo Señor Demonio, ha sido narrada a lo largo de los siglos. Aunque la composición del grupo puede variar en número y en habilidades, una constante se mantiene: los protagonistas indiscutibles de esta saga, un héroe cuyo coraje trasciende las fronteras de la imaginación y una santa bendecida por los mismos dioses.En medio de esta narración épica, el temible Señor Demonio emerge como el antagonista supremo, personificando la encarnación de la maldad pura. Su derrota se convierte en el único camino hacia la restauración de la paz y la armonía tan anhelada por el pueblo. Los corazones del héroe y la santa se unen en un deber sagrado, un compromiso inquebrantable con la protección del imperio y sus habitantes, un deber que los guía a través de peligros inimaginables y desafíos que ponen a prueba su determinación en cada paso de su travesía.………………
El Imperio era un testimonio magnífico de la inquebrantable perseverancia humana en todo su esplendor. Durante décadas, generación tras generación, sus habitantes habían luchado incansablemente contra un amplio abanico de amenazas que amenazaban la armonía de sus vidas. Las calles de la capital eran una exhibición de orden y pulcritud, revelando la dedicación inquebrantable de sus ciudadanos para mantener la belleza y la limpieza en cada rincón de su amada ciudad y en el epicentro de esta majestuosa urbe se erguía el colosal palacio de la familia imperial, un monumento a la grandeza y el poder. Sin embargo, esta relativa paz y prosperidad que disfrutaban los habitantes del Imperio no era un regalo del destino, sino el fruto del incansable trabajo del emperador, un líder visionario cuya sabiduría y determinación habían guiado al Imperio por tiempos turbulentos hacia la estabilidad y la prosperidad. A su lado, como la espada incuestionable del Imperio, se alzaba el duque Virtus, un homb
El viaje continuaba, y lamentablemente, debían abandonar ese pequeño oasis que se erguía como un refugio en medio de un entorno tan despiadado y hostil. Los rayos del sol del mediodía ardían en el cielo despejado, creando un calor abrasador que hacía que el aire vibrara con una especie de electricidad.El joven príncipe, de porte noble, había expresado su protesta en el momento en que se discutió la idea de abandonar tan confortable entorno. Su voz, marcada por la juventud y la autoridad, resonó en el oasis como una campana clara – ¿Por qué debemos dejar este lugar? Es un refugio en medio del este entorno horrible.Sin embargo, a pesar de sus palabras, parecía estar tratando de convencerse a sí mismo de que la decisión de continuar era la correcta. Miró el horizonte árido y suspiró, como si estuviera luchando internamente con la necesidad de seguir adelante en aras de la misión que se autoimpuso.Claro que Eleanor, observaba todo esto desde la distancia, sus ojos vivaces y perspicaces