DON
Era un paraíso para mis ojos y lo recorrí con gusto utilizando mis manos en el proceso. Su cuerpo reaccionó ante mis caricias, excitándome aún más de lo que estaba ya. Volví a deslizar mis dedos sobre sus pechos desnudos, no estaban nada mal. Posicioné las manos debajo de sus tetas y jadeó como respuesta. Me dieron unas ganas terribles de comerla ahí mismo.
De arrancarle las bragas y follarla salvaje por el culo.
Esa mujer era una tentación.
—¿Qué mierdas haces? —preguntó con enfado.
Me deleité un momento más antes de mirar a sus ojos