Antonio
Cuando llegamos a casa, las niñas estaban dormidas, así que Jasmine y yo las pusimos en sus camas y nos fuimos. Tomé a la atrevida Jasmine del brazo, la llevé a mi oficina y hablé mucho. Incluso dijo que ella estaba coqueteando con un hombre casado, pero yo sé muy bien que ella no estaba coqueteando con nadie.
Admito que me enojé al ver a ese hombre sentado con la niñera de mis hijas.
¿Por qué?
No tengo idea y todavía la llamé ofrecida. Estaba poseído por la ira y no sé por qué estaba enojado.
Quizás tenga un problema.
Dijo que a las mujeres con las que estaba se las ofrecieron y hasta tuvo la osadía de insultarme, nuevamente.
¡Qué no funcionó!
Le dije que al día siguiente debía recoger sus cosas, porque la habían despedido. Que quería despertarme y ni siquiera escuchar su voz en mi casa.
Ella comenzó a llorar, suplicando que no la despidieran, porque ya ni siquiera tiene una casa donde vivir.
¡Mierda, no voy a ser blando con ella!
Sé que si hago esto y me retracto de mi decis