Miró hacia la habitación del hotel y dijo con una leve sonrisa, —Adelante.
El hombre tenía un don para dar sorpresas.
Quería ver qué tipo de trucos tenía este hombre.
Magnolia siguió al camarero en el ascensor y subió directamente a la última planta, sus ojos brillaron de sorpresa, sabía lo que había aquí en la última planta.
Al fin y al cabo, era una clienta habitual, ¡cómo no iba a conocer el local!
Siguió hasta la sala acristalada del piso superior y vio al hombre de pie frente al cristal mirando al océano.
Pero hoy había llovido mucho y el mar se había vuelto gris oscuro.
Magnolia se acercó, —Cuando está claro, el mar es azul, es precioso.
Al oír la voz, Ricardo se dio la vuelta y miró a la mujer que tenía delante, llevaba un vestido negro con labios rojos que le daban un aspecto misterioso y deslumbrante.
Nunca había visto a Magnolia Fernández así, ni había imaginado que pudiera ser tan femenina.
—Señor Vargas, ¿qué estás mirando?
Magnolia miró al hombre que tenía delante, y siemp