-Yo estoy aquí cachorra. No llores más- le acarició la cabeza notando las lágrimas calientes y silenciosas que se desplazaban su cuello, intentado tranquilizarla -Mírame-
La cabeza de Jade se levantó un poco y pegó su frente.
-Esto que está aquí, mi mordida, no dejará que nada nos separe, así que no tienes por qué tener miedo- besó suavemente sus labios.