Sarcasmo

Emily Berks

 

Una de las señora del servicio me despierta muy temprano, me lleva el desayuno a la cama y se retira así como vino, sé que tienen ordenes de no acercarse a mi, de no hablarme del todo, la única que se arriesga es Natha, mi padre sabe cuanto afecto me tiene, porque fue muy amiga de mi madre, aunque haya suplido su espacio en la cama cuando mi padre se la folla. No estoy segura de si ella siempre estuvo de acuerdo con eso, cuando se lo pregunté, solo me hizo un gesto restándole importancia y diciéndome que no me preocupara. Intenté indagar, pero mi padre es tan reservado, que no le salio ni media palabra referente a eso.

 

Miro la bandeja en mi cama y se me antoja todo; los panqueques con miel, la leche achocolatada, los cortes de sandía y melón, estoy segura que mi Natha me mandó esto, ella sabe que me gusta mucho y su forma de cortar la fruta es diferente a la de las demás. Comienzo a desayunar mirando mi móvil, y viendo que tengo mensajes de Cecilia y lily, son mis mejores amigas, son tan distintas, pero las amo como son; Cecilia es la chica responsable que razona todo, que quiere hacer las cosas bien y planifica mucho su futuro, y Lily es la que tiene el corazón mas noble de todas, es dulce y siempre está para ti, y yo soy el polo opuesto de todas, la desordenada, la que no piensa en las consecuencias y soy arriesgada. Nos conocimos en el instituto, de formas que nunca pensé, pero seguimos juntas acá, y no pensamos separarnos. Con ellas me voy de fiesta, con ellas salgo y hago mis pijamadas, sonará infantil, pero lo hemos hecho desde siempre.

Ahora con 19 años, eso no ha cambiado, aunque tenga a un guardaespaldas siempre conmigo. Termino de comer todo y me levanto para ducharme, el agua caliente me recibe y cierro los ojos tarareando a Ed Sheeran que me tiene loca. Al salir, ya mi ropa está arreglada, lo que significa que mi padre no quiere que vaya a la universidad hoy, de seguro vendrán unos socios importante, y quiere que me presente, pero no puedo faltar.

 

Miro el vestido que hay sobre la cama y si, es bello, no lo negaré, pero es muy provocativo, lo que significa que puede haber algún pretendiente del que me tengo que deshacer. El rojo que tiene la tela es fuerte, su delicada y delgada tela, está hecha para revelar las pocas curvas que tengo, su escote pronunciado en forma de (V) me hará resaltar mis senos, y la abertura que tiene en la pierna, hace que me suba la bilis por la garganta.

 

Amo a mi padre, de verdad que si, pero ¿esto? Parece que me tuvo solo como un trofeo que debe enseñar a ver quien me codicia mas y compite por ser el merecedor de mi, entiendo que me quiere con un hombre de altura, que me siga dando la vida de lujos que tengo, pero esto es demasiado. Escucho el chirrido de la puerta abrirse y se que es Natha sin que me voltee.

 

—Hola mi niña— su forma para referirse a mi es tan dulce que se asemeja a la de mi madre

 

—Natha ¿Que significa eso?— no me molesto en saludarla, solo le señalo el vestido —Tengo clases, papá lo sabe.

 

Mi Natha me rodea, hasta pararse frente a mi con melancolía y tomando mi rostro entre sus manos

 

—mi niña, sabes que no es bueno discutirle a tu padre— me lleva de la mano y me sienta en la cama con ella a mi lado —¿Cómo terminaron la ultima vez?

 

Asiento, tiene razón. Mi padre puede ser muy dador, consentidor y todo lo que sea, pero cuando le llevo la contraria, se molesta tanto que termina matando a cualquiera que se le posicione en frente, solo para no pagar su rabieta conmigo. La ultima vez, llamó a uno de los vigilantes nuevos para volarle los sesos delante de mi, sabe que no me gusta la violencia que el emplea, me recuerda mucho a lo que viví con mamá.

 

Por eso prefiero obedecer para no tener altercados con mi padre. Me pongo un conjunto de encaje rojo y encima el vestido, me siento frente al tocador aplicando mi splash de fresa, maquillaje y dejando que Natha me peine.

 

—¿A dónde iremos tan temprano?— de seguro ella sabe, es la que comparte cama con mi padre, al menos el debería decirle a donde se dirige.

 

—escuché a tu padre que viajarían Utah hasta mañana, se verá con unos socios que le dijeron sobre un problema, no sé nada más— sus manos hacen magia con los preciosos moños que crea

 

—¿Y que tengo que ver yo en todo esto?— pregunto, ya sabiendo la respuesta.

 

—¡Ay mi pequeña! Sabes que tu padre no te dejaría sola aquí, así te quedes conmigo, el no dejará que su princesa se quede en el castillo que está vigilado por sus hombres, aunque sean de confianza. Sabes También que tu padre tiene muchos enemigos, si alguno decidiera atacar, no tendría forma que llegara a lo mas sensible de su vida. Por eso te lleva.

 

Lo sé, todo fue desde que mamá murió, todo pasó cuando el se fue por un asunto de negocios, nos quedamos ambos aquí, solo que yo estaba en la alberca y cuando escuché el desastre, me escondí en el cuarto de pánico. Ahora me arrepiento de no haber estado con ella, quizás hubiera logrado hacer algo, solo quizás hubiera hecho alguna distracción que nos diera el tiempo de escapar, o al menos ella.

 

Suspiro resignándome, me miro al espejo viendo el precioso moño que me hizo Natha, es una trenza floja que se enrosca en forma de cebolla, dejando mechones de cabellos sueltos. Parece que iré a una fiesta de noche, lo que me hace preguntarme que tipo de reunión será esta.

 

Voy por mi maleta y empaco lo necesario según el clima, allá suele variar según la estación del año, pero justo ahora el clima será cálido, por lo que me decido por cosas ligeras y cortas, sé que mi padre solo quiere mantenerme en el mismo radar que él, en la misma ciudad, por si llega a pasar algo donde me pueda recuperar de inmediato, así que solo estaré con el en esa reunión unos minutos y luego me iré por allí. Termino con mi maleta y me abrocho mis sandalias, alguien del personal la lleva por mi, mientras yo bajo las escaleras con Natha que se ve feliz de como me veo.

 

—Trata de no darle tantos dolores de cabeza a tu padre— me susurra antes de llegar —Pero no seas sumisa mi niña, sino no serias tu— me guiña un ojo.

 

Por eso la quiero mucho, ella suele apoyarme, y sabe que decir cuando lo necesito, está para aconsejarme y consentirme, pero también me reprende cuando lo ve necesario. Cuando llego a la sala de estar, mi padre está con su típico tabaco en los labios, no importa la hora que sea, pero nunca le falta uno.

 

—Mi preciosa joya— viene hasta mi con sus brazos extendidos y una sonrisa que no me agrada tanto porque es algo malévola, lo que confirma mis pensamientos. Allí estará alguien a quien el quiere presentarme

 

—¡Papá!— le doy un asentimiento de cabeza, pero él me toma el rostro para besarme en la frente.

 

—yo necesito que toques el piano frente a todos hoy, princesa— su voz es dulce aunque se que se molestaría si le digo que no quiero —Quiero que hoy seas esa Joya que tengo.

 

Asiento sin cuestionarle nada, ni siquiera le hago preguntas, solo se que debo presentarme y por eso llevo este vestido.

 

—Papá, sé que es importante esto para ti, pero recuerda en otra ocasión mis estudios, no puedo dejarlos atrás.

 

—¡Y no lo harás!— responde serio —Pero sabes que no te dejaré sola, si me toca ir a “arreglar cuentas” con tus profesores para que te repitan cualquier jodida evaluación lo haré, sabes que a mi no me niegan nada.

 

Llegan dos de sus hombres llevándoselo aparte, y agradezco eso porque en cualquier momento se me puede soltar la lengua, y no quiero muertos hoy.

 

***

 

El Jet está como lo recuerdo, con las mismas letras en oro con nuestro apellido en grande en el centro, espacioso y con las atenciones que se requieren para viajar cómodo. Normalmente me la paso en mi habitación encerrada, por lo que hoy me quedaré en la parte principal. Los hombres de mi padre al verme, fijan su vista en cualquier otra cosa que no sea yo.

 

—Bobby ¿Jugamos una partida de cartas?— le pregunto a uno de los hombres de confianza de mi padre, sabiendo que ni me verá. Se pone rígido y se va a la otra cabina, una risa se me escapa y mi padre me fulmina con la mirada

 

—Deja a mis hombres quietos— le hago un puchero

 

—Si los dejo quietos, papa. ¿No ves como se ponen rígidos cuando les hablo? ¡Ni se mueven! ¿Qué mas quietos los quieres?

 

Me echo a reír y aunque el quiere quedarse serio para hacerme ver que debo portar seriedad, no puede evitarlo y se le escapa una risa también, mientras niega con la cabeza. Miro por la ventana cruzando las piernas, sabiendo que será un vuelo largo de 7 horas, aun no se porque me enviaron a ponerme este vestido, si no hubiera hecho antes de llegar. Saco un libro de romance para distraerme mientras llegamos y luego de un rato me quedo dormida.

 

—Mily— escucho mi apodo en la voz de mi padre, pero no quisiera levantarme, esto está muy cómodo —¡Cariño, despierta! Siento una caricia en mi mejilla y luego su risa —Eres tan perezosa como tu madre mi amor.

 

Estiro mi cuerpo y abro los ojos lentamente mirando a mi alrededor, seguimos en el Jet, pero estoy sobre una de las camas del lugar.

 

—¿Cómo…?— la pregunta queda explicita sin terminarla

 

—yo te traje— señala el baño a un lado —Ahora arréglate porque te necesito perfecta.

 

Hago lo que me pide y al mirarme al espejo, veo que este peinado está ya destrozado, no me sé hacer uno sola, así que elijo soltarlo, quedando con Risos naturales debido a la trenza que tenía. Tomo una pequeña diadema y la ubico a un lado, para recogerlo un poco de mi rostro. Me gusta el resultado, así que me siento lista.

 

Cuando salgo, escucho los avisos de abrochar el cinturón, por lo que lo hago, miro por la ventana y noto el sol en su punto mas alto, por lo que deben ser como las 2 aproximadamente. Mi estómago gruñe y solo espero que vayamos a un almuerzo.

 

El aterrizaje es tranquilo, pero los nervios me vienen al cuerpo cuando veo antes de levantarme y bajar multitudes de camionetas negras que se que nos llevaran, pero también me hace saber que no será una reunión sencilla. Cuando bajo, uno de los hombres que vinieron a buscarnos, estira su mano para ayudarme a bajar, pero mi padre gruñe sacando su pistola en advertencia.

 

—Nadie la mira, nadie la toca, no quiero ni siquiera a un jodido perro olfateándola— ruedo los ojos —al que vea cerca, le vuelo la cabeza.

 

Asiente y enseguida me abren paso, ubicándome en una de las camionetas.

 

—¿De cuanto tiempo es el camino?— le pregunto al chofer que no me responde como si no significara nada —Tranquilo, no diré que me dirigiste la palabra.

 

—15 minutos. Es lo único que sale de su boca y queda mirando al frente hasta que mi padre monta otra camioneta. Busco mi móvil y tengo mensajes de Lily y Cecilia avisando que dejaron tareas pendientes y preguntando por que no me presenté hoy. Les explico y hablo con ellas un rato hasta que el vehículo se detiene, miro por la ventanilla y una mansión se me presenta ante mis ojos. Está repleta de hombres por todos lados armados hasta el culo, creo que escaparme de aquí será jodidamente difícil.

 

La mansión tiene una fuente gigante redonda donde predomina una estatua de algunas aves que fingen beber del lugar, así es como me quiero sentir, libre. Hay flores silvestres por todo un lado del jardín y las tienen bien cuidadas, autos de todos los modelos que están nuevos y mujeres vestidas muy parecidas a mi con vestidos de gala, los hombres con trajes como si fuera una fiesta importante.

 

Mi padre es el primero en bajar y me da la mano para que yo haga lo mismo. Me apoyo de él y todas las miradas se centran en nosotros, mas que todo en mi. Volteo y el pecho hinchado de mi padre me hace ver lo orgulloso que se siente de que sea su trofeo. Caminamos saludando a todos y el me presenta con algunas familias poderosas, que no me importan en lo más mínimo, soy como una muñequita en una caja de cristal que todos pueden ver y nadie tocar. Hay muchos hombres bien portados y atractivos, como chicos de mi edad que al parecer ya les advirtieron porque solo me miran de reojo, siento rabia que mi padre tenga que ser tan sobreprotector como para que no me deje tener amigos.

 

Pasamos a un salón y se acerca una familia que es muy amiga de mi padre; Los Berthran.

 

—Berks— saluda a mi padre con un abrazo aunque su formalismo no desaparezca del todo. Este hombre me cae como una patada en el trasero, además del trafico de drogas y de armas, también lo hace con mujeres menores de edad que son vírgenes y le dan grandes sumas de dinero.

 

Para mi es un pedófilo de quinta, y la prueba es una chiquilla que tiene a su lado que la presenta a todos como su acompañante. Se ve nerviosa y una tristeza que se le refleja en los ojos aunque en su cara fuerza una sonrisa. Es bastante linda, de cabello liso hasta la cintura color chocolate, sus ojos azules son preciosos e hipnotizantes, su piel es tan blanca que las pecas se le reflejan fácilmente y estoy segura que está aquí sin su voluntad.

 

—Berthran— saluda mi padre a su vez. Yo solo puedo tener mis ojos en la chiquilla que debe ser apenas dos años menor que yo.

 

—Hola Mily— odio cuando el me llama así. Supuestamente el es un pacificador, el mas “Bueno” entre todos los traficantes, pero para mi solo es una máscara —veo que te agrada Kim.

 

—Si— fuerzo una sonrisa —por supuesto que me agrada es de mi edad— se remueve incómodo y la mano de mi padre apretando mi brazo es una advertencia. La chica es tímida, y la veo sorprendida por atreverme a desafiarlo

 

—¿Tocarás para nosotros?— pregunta cambiando de tema —imagino que tu padre mostrará a todos el talento que tienes.

 

—¿Por qué soy como una joya no? Solo para ver— siento que el sarcasmo me fluye en las venas como si fuera sangre.

 

—¡Emily!— sisea mi padre entre dientes y debo mantener un ambiente “Agradable”

 

—Si, supongo que tocaré para todos— digo finalmente lo que le saca una sonrisa a él

 

—Estoy ansioso por verte— responde él intentando ser amable.

 

—cuidado porque mi padre le saca los ojos al que lo intenta— la chica abre los ojos y se le borra la sonrisa al hombre, y como se que si me quedo vienen reprimendas, coloco una excusa para apartarme de mi padre —Si me disculpan iré al baño.

 

Se pegan a mi directamente dos hombres y ruedo los ojos. Como si me fueran a acompañar hasta el retrete. Al menos tendré un respiro por unos minutos, aunque creo que la ventaja de tantas personas es que me puedo escapar un ratito ¿No? Espero no meterme en problemas. Suelto una risa con eso, ¡Como si eso fuera posible!

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