Su cabello castaño ondulado desordenado sobre la almohada blanca, algunos mechones del mismo sobre su rostro causando que sintiera una ligera incomodidad.
Rouse abriĂł sus ojos lentamente apartando los mechones con su mano derecha.
Sus bellos ojos de un tono azul como hermosos zafiros, observaban cuidadosamente el entorno donde se encontraba.
Sintió un pequeño punzón en su cabeza.
— ¡Aush! — Exclamó en señal de dolor mientras se sentaba sobre su lecho.
La sábana blanca se deslizó lentamente dejando al descubierto la parte superior de su cuerpo sin nada de ropa.
Ella rápidamente volvió a cubrirse con la misma sábana, en ese instante los recuerdos de su alocada noche pasaron uno tras otro en su mente.
"Es cierto"
Pensó la joven poniéndose de pie.
"Me ofrecĂ a ser el juguete de ese hombre por una noche a cambio de su ayuda"
Rouse se dio cuenta que en el piso de la lujosa habitaciĂłn solo estaban sus ropas tiradas por doquier.
"Pronto seré expulsada de la agencia de modelaje y yo necesito continuar, no soy buena en nada más, no tengo dinero para mis estudios y lo único con lo que cuento es mi belleza, necesito ingresos, necesito avanzar mi carrera de modelaje a como de lugar"
Rouse Becker sonriĂł ampliamente cuando observĂł la mesa en el anexo de la habitaciĂłn de ese hotel, una en la cual estaba encima una tarjeta junto a un trozo de papel.
>> Fuiste pésima anoche. Sin embargo, cumpliré mi parte, entrega esa tarjeta directamente al CEO de la agencia. <<
— ¡Eres un desgraciado! — Exclamó Rouse rompiendo en trocitos la nota de papel enojada. — ¿Que soy pésima? ¡Hice lo mejor que pude!
"SĂ© que me falta experiencia… DespuĂ©s de todo solo habĂa estado con mi novio de la preparatoria en toda mi vida, hasta que no pude ingresar a la universidad por problemas econĂłmicos y… Él me dejĂł por otra"
Seguidamente ella sostuvo la tarjeta, la cual era una de presentaciĂłn.
"¿Darle esto a ese hombre me ayudará a salvar mi puesto?"
"¡Espero que sea asĂ, si no averiguarĂ© todo de ese hombre y harĂ© de su vida un infierno!"
PensĂł la jovencita sonriendo maliciosamente mientras se dirigĂa al baño.
…..
Tres meses después.
— ¡Unas más y terminaremos cariño! — Exclamó el fotógrafo en la playa.
Rouse quien usaba un bikini veraniego del diseñador francés que trabajaba para la misma agencia que ella, posaba sensualmente con el agua del océano por sus rodillas.
— ¡Lo haces de maravilla! ¡Preciosa! ¡Sigue dándome esas poses Layla!
Varios minutos después.
La cesiĂłn habĂa finalizado y ella descansaba en su cĂłmoda silla playera cubierta con una toalla mientras revisaba su telĂ©fono celular.
Una publicación salió entre las más destacadas del inicio, una que llamó en gran manera la atención de Rouse.
Pues el hombre con quiĂ©n habĂa dormido para mantenerse en la agencia y ser ahora la famosa modelo nĂşmero uno, estaba en varias fotografĂas vestido de novio y a su lado una mujer de aspecto sencillo e inocente que irradiaba pureza y felicidad.
>> El apuesto joven Leandro Carletti, heredero de la reconocida cadena de restaurantes Italianos bajo el mismo apellido se unió la tarde de ayer en santo matrimonio con la hija del CEO dueño de la cadena hotelera de los "Hotel Paradise Jhons" en lo que fue la boda más grande y lujosa de la temporada. <<
Cuando Rouse terminĂł de leer y hecharle unas cuantas miradas más a las fotografĂas que estaban en la publicaciĂłn, sonriĂł.
"Leandro Carletti, quiĂ©n lo dirĂa que esa noche parecĂas estar tan perdido y dolido con ese matrimonio arreglado y ahĂ luces…feliz"
PensĂł Rouse, cuando recibiĂł una llamada que interrumpiĂł su descanso.
— ¡Layla lo lograste! — Gritaba la mujer al otro lado de la lĂnea telefĂłnica.
— ¿Lo logré? ¿De que hablas Eva? — Preguntó Rouse a su mánager.
— ¡Voy en camino para contarte todos los detalles! Llegaré en minutos, está noche celebraremos a lo grande.
…..
Esa misma noche Rouse celebraba en su lujoso departamento con vista a la playa.
— ¡Di unas palabras! — PedĂa Annie, la mejor amiga de Rouse, entusiasmada. — No toda modelo top consigue un papel tan importante de villana en una pelĂcula.
— Lo sĂ©, habĂa audicionado hace un mes y tenĂa la recomendaciĂłn del CEO Miller, pero no creĂ que me fueran a considerar y mucho menos darme el papel. — SonreĂa entre lágrimas Rouse brindando con el champagne.
— ¡A celebrar! — DecĂa la mánager Eva quitando las cubiertas de los platillos, dejando ver los cĂłcteles de camarones, el caviar y las langostas. — Sabes que el CEO Miller te ha tomado un gran cariño al ser su nĂşmero uno, por lo que fue muy generoso y comprĂ© todos tus platillos favoritos, solo por hoy podrás comer sin restricciones.
La hermosa jovencita sonriĂł entusiasmada pero apenas se acercĂł a la mesa colorida llena de sus platillos favoritos en su mayorĂa mariscos, sintiĂł náuseas a tal punto que cubriĂł su boca dirigiĂ©ndose de inmediato al sanitario.
Minutos despuĂ©s su mánager fue a ver cĂłmo seguĂa.
— ¿Layla nena, te encuentras bien?
— SĂ, solo… Creo que me hizo daño estar todo el dĂa bajo el intenso sol, debo estar exhausta.
DecĂa en el interior del baño, aĂşn sin abrir la puerta.
La mánager sin hacer más preguntas se retiró dejando a Rouse tomarse su tiempo.
Sin embargo, en el interior del baño, la joven de hermoso ojos azules zafiros al abrir el cajĂłn por algĂşn medicamento para la acidez estomacal, viĂł que no habĂa utilizado los productos femeninos para su periodo.
ComenzĂł a hacer memorias, dándose cuenta que no lo habĂa tenido desde hace un tiempo.
HabĂa estado tan ocupada esos meses y su carrera subĂa sin cesar al punto que olvidĂł darse tiempo para si misma.
"No… No puede ser… Yo no puedo estar embarazada… No…"
Se lo negaba Rouse una y otra vez posando su mano derecha en su vientre mientras se veĂa al espejo del baño.
"Yo… En ese tiempo estaba usando pastillas anticonceptivas…"
"Le dije a ese hombre que no habĂa problemas ya que Ă©l no llevaba protecciĂłn; pero jamás me di cuenta que las dejĂ© de tomar justo despuĂ©s de esa noche por lo ocupada que estuve y el plus que tuvo mi carrera gracias a la recomendaciĂłn que me diĂł Ă©l"
Recordaba Rouse encontrando el mismo paquete empezado más no terminado, al fijarse en la fecha de caducidad, se sorprendió soltando la caja que cayó en el interior del lavamanos.
Estaba vencida.
Rouse comenzĂł a sudar frĂo… No podĂa creerlo.
Estaba en el mejor momento de toda su joven vida, donde tenĂa que concentrarse Ăşnicamente en su carrera, lo que menos necesitaba ahorita era llevar consigo al hijo de un feliz reciĂ©n casado.
…..
Tres dĂas despuĂ©s.
Rouse visitaba a su Ăşnico familiar con vida, su madre, misma que habĂa estado hospitalizada por su frágil salud.
— No hija… No puedes tomar esa decisión.
— Mamá necesito seguir trabajando, el tratamiento para tu bienestar no es nada barato, no puedo convertirme en madre, no estoy lista, un niño conlleva gran responsabilidad y yo no tengo nada que ofrecerle aún.
— No cariño. — DecĂa la señora castaña entre lágrimas. — Soy una mujer bastante fuerte, tengo ahorros y parte del dinero del seguro de vida que me dejĂł tu padre al morir, usarĂ© eso, por mientras te lo ruego de corazĂłn, no le quietes la vida a ese pequeño.
— Pero mamá…
— Cof- Cof — Tosió la señora. — No estoy tan enferma, recuerda que son solo complicaciones de la operación, seguro mejoraré, mi salud no es excusa para que cometas tal equivocación… Quiero conocer a mi nieto o nieta, por favor Rouse.
Rouse sentĂa que su corazĂłn se partĂa en dos, sabĂa que la elecciĂłn de tenerlo no serĂa sencilla e implicarĂa abandonarlo todo y esconderse para evitar cualquier escándalo o que ese hombre Italiano padre del niño descubriera la verdad y su familia buscara quitarle a ese bebĂ©.
Ella tenĂa miedo.
Estaba aterrada.
La idea de dar a luz, de ser madre y responsable de un ser vivo por toda su vida.
La idea de equivocarse, de que ese hombre descubra todo y se lleve a ese bebé.
Rouse solo querĂa huir de toda responsabilidad y complicaciĂłn futura.
La joven lloraba sin parar abrazando con fuerzas a su madre quien le decĂa que todo estarĂa bien.
Pero… ÂżLo estarĂa realmente?