Apreté los párpados y dejé escapar un respiro. Luego empujé la puerta y me adentré.
La misma habitación deteriorada por el tiempo. El viejo azul abandonaba su intensidad. Los muebles y las puertas que conducía al balcón, desgastados. Recordé que nunca había abierto las puertas corredizas hacía el balcón.
Por primera vez me atreví a caminar hacia ese lugar. Encontré pinceles, pinturas y un caballete delante de un banco pequeño.
Tragué grueso, segura de que todo eso perteneció al difunto hermano de Max. Entonces caí en cuenta de que las tantas veces que vi a Marie hablando sola, se trataba de alucinaciones. Ella seguía atada a su hijo, a lo que un día fue.
Los Copperfield quisieron llenar el vacío que dejó Máximo, así que me adoptaron.
Ahora la pregunta era ¿Por qué murió Máximo? O… ¿Quién mató a Máximo?
¿Tendría la culpa de lo que pasó, Marie?
—Te lo diré en su momento, Emireth.
Las palabras de Max resonaron en mi cabeza.
Bufé y abandoné con rapidez la recámara en penumbras. No c