POV de Diego
El whisky ardía en mi garganta, pero el calor no era suficiente para borrar la frialdad que se instalaba en mi pecho. Desde que Robert había irrumpido en mi oficina con su actitud desafiante, mi mundo había comenzado a tambalearse. No era solo por la forma en que habló de Adriana, ni siquiera por la furia contenida en sus ojos; era por lo que reveló sobre mi abuela.
—Tu abuela me despreció desde el primer día que puse un pie en esta familia —había dicho Robert con una amargura que apenas podía contener—. Nunca fui lo suficientemente bueno para los Montenegro, pero a pesar de eso, he protegido este apellido con todo lo que tengo.
Su confesión me golpeó como un puño en el estómago. Siempre había visto a Robert como una amenaza, un rival, alguien que quería arrebatarme lo que era mío. Pero ahora, por primera vez, lo vi bajo otra luz. Él no había intentado destruirme; al contrario, había soportado humillaciones en silencio mientras seguía protegiendo la familia.
Tomé otro sor