A pesar de dar a luz a Bambi, eso no le dio muchas esperanzas. Ella solo continuó viviendo por su responsabilidad con Bambi.
Una vez que se pudiera dejar a Bambi con alguien de confianza, sería libre.
¿Cómo podía tener esos pensamientos?
Sin embargo, esos pensamientos negativos realmente nunca desaparecieron de su mente.
Ella volvió a recordar el verano de ese año. En ese almacén caluroso y mal ventilado, y esos dos hombres gordos y repugnantes...
Una oleada de náuseas llegó desde lo más profundo del corazón de Florence. Rápidamente, ella corrió al baño y vomitó. Había algo de sangre en su vómito. A ella nunca le importó si sus heridas se recuperaban o no.
Ella nunca se había preocupado por sí misma.
Odiaba su cuerpo. Podría decirse que simplemente le daba asco.
Ella se río entre dientes y espetó: "Wallace".
Florence se levantó y volvió a la habitación. Miró a Bambi, quien estaba profundamente dormida. Florence amaba a Bambi, pero no la amaba tanto.
Bajó las escaleras desnuda