—¿Emma estás bien? —Ethan le echó el brazo sobre los hombros y la atrajo hacia él de forma protectora.
Acababan de salir de aquella casa, les permitieron marcharse así sin más. Bueno, quizá no fue así sin más porque Alaric, junto a otro hombre que era igual de grande que él y con una expresión en su rostro menos alentadora, los acompañaban hacia la cabaña.
«La cabaña de Endora», a Emma ese nombre le resultaba conocido, pero no conseguía recordar de qué.
Asher dijo que esos hombres los acompañarían para asegurarse de que no se perdieran y encontraran el camino a casa. Aunque ella creía que eso no era cierto y que la realidad era que los seguían vigilando.
—Depende a lo que te refieras con estar bien —le susurró a su hermano para que los hombres no la escucharan—. Si te refieres a si sufrí algún daño físico, no fue así y tú, ¿estás bien? —Emma ojeó a su hermano y a simple vista tampoco se veía golpeado.
Ethan asintió con la cabeza e intentó esbozar una sonrisa tranquilizadora que habría