–¿Señorita Mariana? –chasqueo los dedos en frente de ella, trayéndola de vuelta a la realidad– ¿está bien?
–Sí. Claro. Mejor que nunca –nerviosa, trato de quitar las imágenes de la cabeza, consiguiendo avergonzarse en el proceso– yo vine… a hablar de lo ocurrido –aclaró la garganta, mientras él se sentaba a su lado.
–Si es con respecto a lo de antes, es mejor que no lo hablemos…
–Entonces ¿Hablemos de como abres la puerta de tu habitación medio desnudo?? –Hablo deprisa ocultando lo intimidada que estaba al tenerlo a lado–. Es como si quisieras seducir a la servidumbre del hotel –robo la botella con agua que estaba en la mesita de noche.
>>Maldita sea<< fastidiado, no supo qué respuesta darle al acto descuidado de abrir la puerta.
–Si no me das una buena explicación, significara que tengo razón al decir que querías seducir a una mucama del hotel.
–¿Qué tipo de persona cree que soy?
–Del que me droga para ir a tener sexo con mujeres –tomo un trago de agua.
Él resoplo ante la verdad, sin