Capítulo IV

Júpiter Amato

Decidí tomar vacaciones, y luego de organizar algunas cosas, tomé el avión privado de la familia y me fui junto a Venus, él no dudó en acompañarme, no sabía si era por apoyo o por simple morbo, de todos modos, se reiría, por lo que lo acepte a mi lado con gusto.

Días antes me había puesto en comunicación con el abogado de mi abuela, a quien le había confesado mis ganas de casarme con una mujer que aún no conocía, pero que estaba garantizado que cumpliría las imposiciones del testamento, el hombre no se sorprendió por mi decisión, de hecho, afirmó que no sería el primero que recurre a esa subasta, era muy conocida, solo me pedía discreción, y que protegiera la cuna de mi futura esposa.

Sus orígenes eran lo que más le preocupaba al hombre, no podía decirle nada, porque sí, si las personas de mi entorno supieran que la mujer con la me casaré había sido subastada, se convertiría en una paria social, solo espero que esto nos beneficie a los dos.

NY estaba en pleno invierno, las calles lucían nevadas a nuestra llegada, y como pocas veces, mi hermano era quien nos estaba esperando en el aeropuerto, nos quedamos en el pent-house en el que él vivía, allí disfrutamos algunos días, hasta que el último hombre de nuestro cuarteto se hizo presente, Vitali Petrov, un hombre con él que nos habíamos vuelto amigo muy pequeño, ya que sus padres fueron amigos de los míos.

La última noche en NY, decidimos irnos a un bar, queríamos beber algo tranquilos, lamentablemente eso no se podía, dos de nosotros éramos reconocidos millonarios y los otros dos casi igual de atractivos que los primeros, simple vanidad, nos carcajeamos por lo fácil que nos dejaban número de teléfonos sobre nuestra mesa, como había chicas que se paseaban por nuestro lado y nos observaban de pies a cabezas, sin descaro alguno.

Finalmente, la prensa también se hizo presente, y allí todo se fastidió, pedimos la cuenta y lo más rápido que pusimos salimos del lugar, como mi hermano no manejaba alcohol en casa, nos tocó pasar a comprar a una tienda de 24 horas, en donde tomamos todo lo que nos gustaba y luego nos fuimos directo al apartamento.

— Entonces – Vitali estaba gozando de mi decisión – te nos casa, pero ¿con quién? – pregunto y yo solo levante los hombros – pero si no la conoces como le harás, ósea no me lo explico – allí es donde Massimo hablo.

— Iremos a una subasta – declaró, dejando sin habla a mi amigo – resulta que estos dos – nos indicaron a mí y a Venus – asistirán a una subasta …

— Si, si todo el mundo conoce esa subasta – y aquí me sorprendí – se llama piedras preciosas, se realiza en las vegas, solo son cuatro chicas con todo intacto, bellas, educadas, con las cuales sólo puedes pasar 12 horas y ellas deben entregarse a ti, se supone que luego de ello no se ven más, o bueno eso era lo que yo sabía – se encogió de hombros – pero que yo sepa, para ese evento debes contar con una invitación especial …

— Allí es donde entro yo – Venus, de entre sus bolsillos saca cuatro pases – como no sabía si nos querían acompañar, por lo que conseguí un pase para cada uno – asentí, todos agradecimos.

— Me quedan algunas dudas – dije, luego de escuchar a mis amigos – primero ¿Cómo conseguiste los pases? – le pregunté a mi primo.

— Conozco a quien realiza el evento, es una mujer de armas tomar, algo mayor – bebió de su trago – es cliente de nuestra empresa, ella maneja un grupo de seguridad pequeño al que tiene armado hasta los dientes – asentí.

— ¿Cómo conoces el evento, Vitali? – él se me quedó viendo.

— Un socio me invitó una vez a una, es algo muy elegante y me llamó la atención la belleza de las mujeres, desde las que te sirven tragos o te reciben en el lugar, por dejarme decirte que son solo mujeres – un negocio bien pensado – solo un hombre se ve, es alto y le dicen Vodka, es quien lidera la seguridad, pero el resto solo mujeres, lo recuerdo muy bien, porque un hombre se quiso propasar con una de las chicas y la misma le rompió el brazo – todos nos quedamos quietos – están entrenadas, educadas para hacerse respetar – hizo una mueca de admiración.

— ¡Dios! ¿Y tú hiciste las reservaciones? – le pregunté a Apolo quien asintió y luego tomó las invitaciones.

— Todo está listo, llegamos a las vegas y tenemos desde carro hasta una villa privada – respondió aún con los sobres en las manos – lo que sí, cada uno se debe hacer cargo de su noche especial si es que quieren pujar en la subasta – nos reímos - ¿Cuántas de estas hay? – pregunto.

— Solo cuarenta, son diez por cada joya – entre balbuceos a Venus le tocó aclarar – son cuatro joyas, por algo el nombre del evento, esta Esmeralda, Rubí, Zafiro y Diamante, cada una tiene a diez participantes, se te da un pequeño folleto antes de entrar y luego ves a cuál entras – lo explico simple, sin tanta ciencia.

— A ver ¿piensas que allí puedes encontrar a una esposa? – preguntó finalmente Vitali, yo asentí – y no te da miedo que sea interesada, ósea por algo está subastando su virginidad, porque todos estamos de acuerdo que es eso lo que se hace – todos respondimos que si – no te preocupa que no quiera casarse contigo, porque está la opción de que solo te quiera por una noche y ya luego no quiera volver a verte, son las dos opciones más reales que existen – solté el aire y me di cuenta de que estaba en lo cierto.

La noche siguió, algo más relajada que la conversación, pero en mi mente no dejaba de pasar las opciones que mi amigo me había aventado a la cara ¿qué pasaría si ella fuera una interesada y se quedara a mi lado solo para que sus caprichos fueran cumplidos? Bueno realmente estaría velando por sus intereses y al mantenerse a mi lado, también, velará por los míos, nadie pierde, solté el aire.

Pero si es todo lo contrario, si ella solo quiere cumplir su trabajo y luego no quiere volverme a ver. Sería lo ideal para cualquiera, para los que va a esta clase de eventos, pero para mí es algo que no puede ser, un momento, porque estoy siendo tan inseguro, soy un hombre guapo, me observo en el espejo, recién bañado, tengo dinero, empresas, una familia que me ama, muchas mujeres tras de mí ¿Por qué una simple chica no podría quedarse a mi lado?

Quito todo eso de mi mente y luego de vestirme y bajara a ver cómo sigue la gente, me doy cuenta de que soy el último que se ha levantado, pero él que tiene mejor aspecto, con las maletas listas nos vamos hasta el aeropuerto, allí el avión estaba listo para partir y luego de un par de horas llegamos hasta las vegas, allí, contrarió a la nieve de NY, aquí está agradablemente despejada, aunque el viento es frío.

En dos carros llegamos hasta nuestra villa, allí cada uno se va a su habitación a descansar, esta noche será la subasta, por lo que quiero arreglar algunas cosas, hago reservaciones en algunos lugares, un buen restaurante, también voy a una boutique y busco un lindo vestido que esté a la altura de la velada que le daré a mi futura esposa, y entre eso, busco un juez que me ayude con mi plan, está mal, lo sé, pero solo es de emergencia, todo depende de lo que suceda esta noche.

Una vez que creo que tengo todo cubierto me voy a la cama, es media tarde, pero quiero dormir un par de hora y con eso tengo, la alarma suena, una hora antes del evento, me doy un rápido baño y me pongo a tono con un evento de etiqueta, cuando salgo todos están listos, un chofer nos lleva hasta el gran Cesar Palace, él nos dirige a la entrada del exclusivo evento y allí me doy cuenta de lo que hablaba mi amigo, desde las mismas acomodadoras son mujeres, y un gigante moreno nos recibe.

— Señores – dice llamando nuestra atención – mi nombre es Vodka, me permiten sus invitaciones, por favor – entregamos cada uno nuestra invitación y él nos dio cuatro tarjetas con algunas descripciones.

— Disculpe – me acerque a él quien me miraba súbitamente – solo con descripciones, no podemos ver fotografías – negó con la cabeza.

— No señor, no está permitido, aquí se guarda su intimidad como la de nuestras joyas – su respuesta fue cerrada, pero luego se me quedó viendo – le aseguro que son preciosas, sobre todo estas, no me doy la libertad de admitirlo, pero las chicas esta vez son únicas, fíjese en lo que más busca, en la cualidad que más le interesé y puje por ella, no se arrepentirá – asentí.

— Gracias – él hizo un asentimiento con la cabeza y unas cortinas fueron abiertas, dos chicas vestidas de traje, pero sin corbata nos guiaron a un salón.

Me quede leyendo los folletos nuevamente, no quería elegir mal, pero en ese momento una campanilla sonó, una mujer muy elegante nos daba la bienvenida y decía que las chicas con bandejas recogerían nuestras tarjetas con la decisión, me acerque a ella, quien reconoció a mi primo a mi lado y lo saludo.

— Señores, bienvenidos – todos la saludamos.

— super corto – dijo Venus – él no sabe cómo decidir, es más visual – ella asintió y sacó su Tablet y me lo paso, me guiño el ojo mientras lo veía, se lo devolví de inmediato – Gracias Gema, como siempre un gusto verla – ella asintió y luego de eso se retiró.

Había decidido, no fue difícil, había visto algo que hipnotizaron a mis ojos y esperaba que ella sintiera algo así conmigo, escuche otra vez una campanilla y en una pantalla apareció una joya verde, que explotaba en humo del mismo color e invitaba a los diez primeros hombres a entrar a los salones individuales.

Ciento sesenta mil dólares, firme el cheque y luego lo entregue, puje hasta que gane, no tenía un límite, podía adivinar que aquellos intensos ojos verdes estaban sobre el cheque cuando se lo di a la cajera.

Me tomé un par de copas con los chicos y luego nos fuimos a nuestra villa, allí cada uno se ocupó de sus cosas, yo revise algunos correos y trate de distraerme, pero cada vez que intentaba descansar o cerrar mis ojos, aquella intensa mirada se hacía presente, jamás pensé que esto me pasaría a mí, siempre fui sensato y creo que mis gustos, físicamente hablando, fueran así.

Me auto convencí que todo era cansancio, por lo que me acosté y puse algo en la televisión, pronto mis ojos se fueron cerrando, pero allí solo podía recorrer su figura, esa delicada línea que va desde sus muslos, se paseaba por sus caderas, llegando a una pequeña cintura, hacía calor, aquella noche, como si fuera un niñato, tuve que complacerme, ya que cada que cerraba los ojos la veía con esos gruesos labios dejando besos sobre mi pecho y como niña buena me miraba con sus profundos ojos, mientras sus manos desenfundar una espada.

Suspire y me volví a levantar, esta vez para darme un baño con agua fría, pero esta vez en cambio, opte por ocupar el gimnasio privado que había en la villa, allí me encontré con Vitali, al parecer tenía mucho que descargar, podía ver como no daba tregua a su saco de boxeo.

— ¿mucho en que pensar? – pregunte, sobresaltándolo, se giró y me regaló una sonrisa.

— Veo que no soy el único – se saca los guantes y se coloca a mi lado – ¿Qué te trae por aquí? – pregunto y negué con la cabeza.

— Yo soy él que hizo las preguntas primero – los dos sonreímos y finalmente terminamos en la terraza bebiendo café.

— Tengo que volver a rusia – dijo mi amigo – hay algunos deberes familiares de los que debo ocuparme – entendía muy bien su problema – tú ¿Qué harás?

— No lo sé – me encogí de hombros – por un lado, está todo esto de mi familia, las tradiciones y un matrimonio que no sé si funcionará, por otro lado – me quedé en silencio.

— La chica te atrajo, lo sé – eso me sorprendió – nadie regala ciento cincuenta mil dólares, no te sorprendas – solo negué con la cabeza – pero, en serio ¿te ves futuro con esa mujer?

Su pregunta se quedó en mi mente por lo que restaba de mañana, él se retiró luego del almuerzo, al igual que los demás, esa tarde tuve la villa para mí solo, Venus había tenido cosas que hacer y mi hermano Apolo se quedaría en Las Vegas, pero se había ido a un lugar menos ostentoso, dándome el espacio para preparar todo dentro de la villa.

Compre 5 arreglos de flores y los envié a la dirección que la tarjeta de madame Gema me había dado, junto a eso envié un juego de anillos, como se debía, el de promesa, el de compromiso y él de matrimonio, en una nota le pedí que los usara, esperaba que no fuera mucho el atrevimiento, a media tarde mandé a que arreglaran todo en mi sala de estar y que la habitación principal estuviera a tono, yo me puse a trabajar en el despacho y ocupe una habitación secundaria.

La visita inesperada de madame Gema y su guardaespaldas me sorprendió, poco antes de las 7 de la tarde, ella con una sonrisa en el rostro me pidió privacidad y yo pedí que me acompañara al despacho.

— Ya sabes querido muchacho, el porqué de mi visita – me quedé viéndola – aquí está – dijo dando un documento de dos hojas – esto es un acuerdo de privacidad, aquí estipula las reglas de este encuentro.

— Ok, me podría dejar revisarlo – ella asintió y yo tomé el papel.

Era simple, allí se ponían algunas reglas como que no podía sacar a la chica del país, no habría práctica de sexo sin consentimiento, no se permitían los golpes, cosas básicas, que hoy en día ningún hombre que atreva a llamarse caballero lo haría, me gustaba el cuidado que ponía con sus pupilas. Por otra parte, había una cláusula de confidencialidad cuidada tanto mi nombre como él de la chica, se notaba el profesionalismo.

Por último, y algo que llamó aún más mi atención, era el horario, ellas tenían un máximo de 12 horas para volver al Cesar Palace, ya que después de eso no podíamos volvernos a ver, sin que ambos, “Esmeralda” y yo, lo quisiéramos o lo hubiésemos acordado.

— Me impresiona, no creí que cuidara de esta forma de sus pupilas – ella puso una pierna sobre la otra, se impuso en la habitación.

— Debe saber señor Amato, que no me tomo mi trabajo como una broma – asentí – esas muchachas confiaron en mí y yo debo de corresponderle, ninguna de las cuatro es una prostituta, ni pretendo convertirlas en una, de lo contrario no cuidaría de ellas – poniéndolo de esa forma tenía razón – ellas están sacrificando una parte de su vida, por un futuro bastante bueno, aquí se lucha por las metas, pero de manera más – hizo una mueca – Carnal – volví a asentir y estuve de acuerdo con ella, por lo que firme el documento, se lo pase y ella me devolvió una copia.

Ella se fue, dejándome pensativo, pero no había tiempo para ello, me puse mi mejor traje y luego de dar algunas órdenes a mi equipo de seguridad, me fui al restaurante Picasso, uno de los mejores de Las Vegas, allí en una terraza privada estaba citada la chica, quise pasar por ella, pero ella me había dejado claro que me prefería ver allí, mediante un mensaje, el único que podía enviarle.

Me llamo la atención su independencia, otro punto, eso significa que no es dependiente de mí, se sabe defender, sonreí mientras manejaba, un mensaje del abogado me volví a la realidad, mientras estaciona le conteste y entre al lugar, una mesera me guio hasta mi destino y al observar la hora aún me quedaban cinco minutos, me dedique a saludar a tía Verona y a preguntarle a mi hermano como estaba.

Todo quedó sin sentido cuando delante de mí, con una simple sonrisa, se presentó ella, con sus hermosos ojos verdes, sus carnosos labios, que deseaba desesperadamente probar y el perfecto vestido sobre sus delicadas curvas, varios se quedaron viéndola, y en ese momento me di cuenta de que me buscaba con la mirada, pronto una mesera la guio hacia nuestra terraza, no aguante y camina también hacia ella, tomé su mano y dócilmente se quedó viéndome, en silencio la guía hasta la mesa, mientras la misma mesera cerraba la puerta corredera.

— Hola – sonrió como un bobo, como un niño, con una simple palabra – Esmeralda – estiró su mano, la tomó enseguida, dejando que ese leve escalofrío recorriera mi espalda.

— Júpiter – correspondí, casi sin poder sostenerme de pie.

Allí nos quedamos de pie, viéndonos fijamente a los ojos, como si esperáramos algo, como si algo nos faltara, vi como mordió su labio inferior, creo que de nerviosismo, pero para mí fue una invitación, de esas que no se hablan, solo se dan, una que derrochaba ganas por aceptar, por aprovechar, pero se me adelanto, puso su mano en mi mejilla y cerré los ojos, sintiendo un extraño, delicioso y placentero sentimiento, puse una de mis manos en su cintura y la jale hacia mi cuerpo y sin poder abrir los ojos, nuestros labios encontraron rumbo propio.

Fue un beso perfecto, cómo podía saberlo, no sé, pero para mí fue lo único que necesitaba, esos eran los labios que quería probar por lo que me restaba de vida, la cena fluyó normalmente, era culta, teníamos temas de conversación y nuestros silencios no eran incómodos, le llamó la atención que la invitara al casino, le enseñe a apostar en la ruleta, y luego paseamos por diferentes partes, hasta que llegamos a una pequeña ceremonia de bodas que se estaba llevando a cabo.

— Nos podríamos anotar – le dije entre risas, luego de criticar un matrimonio así, en solitario, como una escapada a las vegas – a ver si tenemos suerte.

— No está de más ¿nos darán algo si lo hacemos? – me siguió la broma y tomó la hoja, puso su nombre y me detuve en seco cuando vi que ponía Esmeralda.

— Realmente ¿tu nombre es Esmeralda? – pregunté y asintió – por tu acento, tampoco eres de acá, entonces ¿de dónde eres?

— Vaya, muchas preguntas – dije mientras, firmaba nuestra acta de matrimonio – sí, mi nombre es Esmeralda Vásquez, soy de Jalisco, México – me sonrió, me encantaba su diversidad – y tú ¿de dónde eres? Tu inglés es bueno, pero aún se nota el acento ¿italiano? – asentí.

— Sí, soy italiano, de Sicilia para ser exacto – firme él documentó y un hombre, que bien conocía se nos acercó y nos dio un par de fichas para el casino a cambio de la hoja que habíamos llenado.

— Entonces, Júpiter ¿Qué haces aquí? – pregunto.

— Bueno, la verdad es que buscaba una esposa – se carcajeó.

— Creo que este es el lugar menos indicado para buscar una esposa – ella tenía razón, pero acababa de encontrar una.

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